Revista África
En agudo contraste con los valles situados en la vertiente norte del Toubkal, donde la creciente afluencia de visitantes y montañeros ha modificado sensiblemente la imagen y la actividad económica de los pueblos, con la introducción sistemática de nuevos edificios de cemento (muchos de ellos para dar servicio a los visitantes), que nada tienen que ver con la fisonomía y la arquitectura popular propia de la región y que imperaba hasta hace pocos años, en la vertiente sur del macizo encontramos aún pequeños valles encajonados donde el transcurrir del tiempo parece haberse congelado, y que nos transportan a un ambiente geográfico, cultural y económico que permanece, aún hoy, prácticamente inalterado.- Si el valle de Imlil es el paradigma de los valles norteños, el valle de Agoundis es un magnífico ejemplo de lo que aún podemos encontrar al sur del macizo montañoso más visitado del norte de África.-
Cerrado al norte por el imponente Adrar Ouanoukrim , donde se dan cita las cimas más altas del macizo del Toubkal, al margen de la propia cumbre que le da nombre, todas ellas superando los 4.000 metros de altura, este pequeño valle acapara gran parte de los recursos hídricos que se generan en la vertiente sur del macizo, que, en descenso vertiginoso , han ido conformando un bellísimo y estrecho valle fluvial de alta montaña, excavando metódicamente con paciencia infinita las paredes rocosas buscando su confluencia con el rio Nfiss , al que alcanza junto a Ijoukak. No olvidemos que estos valles, al contrario de sus vecinos norteños que son de origen glaciar, tienen un modelado fluvial, lo que los convierte en valles mucho mas angostos y cortos y bastante más agrestes, con desniveles considerables.
A poco de entrar en la pista que recorre el valle desde su inicio, justo en el punto en el que se vierte en el Oued Nfiss, nos encontramos, en la orilla contraria, con un pequeño pueblo de alfareros , Infgane, que merece la pena visitar.- El pueblo llama la atención, entre otras cosas, porque las casas están situadas bajo enormes bloque de piedras con una apariencia muy poco estable.- Existen media docena de talleres, donde se siguen fabricando los utensilios de barro con los mismos medios y técnicas desde hace siglos.- Curiosamente, cada alfarero elabora un único utensilio -vasijas, tallines, platos...- , supongo que para cubrir toda la demanda entre ellos, sin hacerse la competencia.- Siempre me ha admirado la increíble habilidad de estos artesanos para arrancar a la arcilla , en un abrir y cerrar de ojos, formas suaves y armónicas, dentro de su absoluta simplicidad, trabajando en unas condiciones realmente duras, todo el día con los pies bajo tierra , donde se encuentra el pedal , en un ambiente húmedo, sin iluminación de apoyo, soportando las inclemencias del clima, y sin más herramientas que el torno y sus propias manos (foto inferior).-
Poco después, y antes de adentrarnos en la parte mas estrecha del valle , nos encontramos con los restos abandonados de varias instalaciones mineras, una de ellas de cierta entidad, testigos mudos de la extracción de cobre en esta región en tiempos no tan lejanos. La primera mina , la de Taghbarte, se sitúa junto a la pista, poco antes de llegar al cruce con otra pista que, atravesando el rio por un básico puente de cemento, asciende al Tizi-n-Ouacheddene en dirección a Tiguenziou.- Como curiosidad, mencionar que aún podemos ver una vagoneta colgada de los cables entre las paredes del valle.- Esta mina cesó su actividad en 1957.- El ambiente es magnífico, nos encontramos rodeados de laderas salpicadas de abundante vegetación, predominando la presencia del ciprés del Atlas o ciprés marroquí (cupressus Atlántica), endémico de esta región, compartiendo espacio con la sabina negral (Juniperus phoenia), y el enebro (Juniperus oxicedrus).
Al otro lado del rio, en un valle lateral, nos encontramos con las minas de Tanfite, también de cobre, y que estuvo activa hasta tiempos más recientes, concretamente hasta 1995 (foto inferior izda.).- Si queremos llegar a ella, debemos cruzar el rio y poco después dejar a la derecha la pista que asciende sin descanso al Tizi-n-Ouacheddene, de más de 2.200 metros.- Si nos acercamos a estas minas, podemos aprovechar para iniciar la subida al Tizi-n-Ouacheddene, ya que desde aquí obtenemos unas magníficas panorámica de gran parte del valle y de muchas de las aldeas que lo pueblan. (foto inferior)
Sin atravesar el rio, y una vez dejadas las minas atrás, superamos por encima la aldea de Tijghichte mientras la pista, ganando altura poco a poco para situarse a media ladera y poder solventar mejor los numerosos farallones rocosos, se adentra en el valle de Agoundis propiamente dicho, que paulatinamente se va estrechando, estrangulando por momentos al arroyo .-
Todo el valle está salpicado de pequeñas aldeas, con las casas arracimadas en las laderas, acompañadas, allí donde el pedregoso terreno lo permite, de pequeñas zonas de cultivo en estrechos bancales que, a modo de peldaños de una gigantesca escalera, descienden con su verdor hasta las orillas del arroyo (foto inferior).- Entre los bancales , podemos encontrar olivos, almendros y alguna esporádica higuera, mientras que en el fondo del valle, junto a la vegetación típica de ribera encontramos algunos nogales.- Es esta pequeña producción agrícola, junto con la ganadería caprina las principales actividades de los habitantes del valle, en un claro ejemplo de economía de subsistencia.
Todas las aldeas se encuentran situadas en el margen derecho del valle, orográficamente hablando, a la izquierda, según el sentido de nuestra marcha, ya que es el más amable en cuanto a posibilidades de sentamiento se refiere, al ser el menos agreste en general.- Si en la zona de las minas encontramos todas las laderas con abundante vegetación , a medida que nos vamos adentrando en el corazón de la cordillera y ganando altura, el manto vegetal va desapareciendo paulatinamente , desplazado por los canchales y roquedos que van adueñándose del paisaje. únicamente el verdor de los pequeños huertos junto a los poblados y las riberas del arroyo osan plantar cara a la tiranía de la roca desnuda (foto de inicio).-
Si observamos detenidamente las aldeas, advertimos el predominio de la piedra como elemento constructivo, al ser un recurso natural abundante, aunque también nos encontramos con muchas viviendas donde ésta se combina con tierra prensada, utilizando la técnica del tapial , construyéndose principalmente en piedra las bases de los muros exteriores para, al mismo tiempo que funcionan como cimientos, ofrecer así una mayor defensa contra la humedad evitando que ésta -el principal enemigo del tapial- ascienda por capilaridad por las paredes, creando pequeñas cámaras de aire por las que geométricamente al agua le es imposible ascender (foto drcha.).- Todas estas aldeas, nos ofrecen magníficas muestras de la arquitectura popular de la región.-
Curiosamente, y a diferencia de los altos valles que rodean el otro gran macizo del Alto Atlas, el del Mgoum , en estas pequeñas poblaciones no encontramos grandes edificios comunales, como los graneros colectivos, tan comunes en los altos valles del sector central de la cordillera, como los del Tessaout, Mgoum o Bou Guemez.- Tratando de explicar esta ausencia, y entrando en terreno puramente especulativo, mi amiga Montse ha desarrollado la teoría, con la que estoy de acuerdo, de que la causa puede estar en lo abrupto e inhóspito del terreno, que determina -como hemos resaltado antes- una economía de mera subsistencia, por lo que son innecesarios los graneros puesto que no hay nada que guardar.- Otro factor también puede ser el hecho de que esta región -no olvidemos la importación de la alta cuenca del Nfiss en la historia del pais- siempre ha estado férreamente controlada por determinadas familias poderosas, los últimos, la familia Gundafi, lo que serviría de elemento disuasorio de los ataques de las tribus nómadas del sur.-
La sencilla vida de los moradores del valle se nos muestra a cada paso y en cada pueblo: la colorista estampa de las mujeres lavando la ropa en los arroyos con la ropa secándose extendida entre las piedras y los arbustos (última foto) , las gallinas correteando entre los bancales y las cabrillas encaramadas en los lugares más inverosímiles, el buhonero vendiendo su diversa mercancía -un cambalache de ropa, útiles domésticos , cachibaches de plástico ...- en su destartalada furgoneta aparcada en el único sitio posible de la aldea... , y los niños, muchos niños, convirtiendo en juego y alegría cualquier novedad por muy nimia que sea.-
En la aldea de Ait Moussa, encontramos una pista que, tras cruzar el Asiff Agoundis junto a un pequeño arroyo que confluye desde el sur (foto izda.), trepa por la ladera hasta llegar a los pequeños asentamientos, apenas un puñado de casas, de Anammer y Ameskane, situados ya a gran altura, superando ampliamente los 2.000 metros.
La pista muere definitivamente junto a la aldea de Anguezdem , en el punto en el que el Assif Ouanoukrim vierte sus aguas al Agoundis, a casi 2.100 metros de altura, donde toda la chiquillería del lugar saldrá corriendo a recibirnos, quedándose observando en la distancia, listos para salir escopeteados como alma que se lleva el diablo cuando intentas hacer un movimiento para acercarte a ellos (foto inferior).-
A partir de aquí ya no existen poblaciones estables, sólo algunos grupos de cabañas y apriscos de pastores situados en las zonas altas donde algunas fuentes aseguran la existencia de pastos de altura en verano.- Una senda que parte desde Anguezdem asciende por la ladera, constantemente bajo la imponente mole del conjunto de los Ouanoukrim (segunda foto, tirada desde Anguezdem) , hasta estos grupos de cabañas ( Azib ) situadas incluso por encima de los 3000 metros, como el Azib Ifergane.-
El hecho de que sea una ruta sin salida y tengamos que volver por el mismo camino, nos brinda la oportunidad de admirar este extraordinario valle desde dos perspectivas diferentes, descubriendo detalles y paisajes que antes habían pasado completamente desapercibidos.
CÓMO LLEGAR.-
Se accede a la pista que recorre el valle de Agoundis a través de la carretera R203, que une Marrakech y Taroudant a traves del Tizi-n-Test, en la localidad e Ijoukak.- Si venimos desde Marrakech, la entrada de la pista se encuentra justo antes de cruzar el rio y entrar en la población.- Los primeros km., hasta las minas, estaban siendo ampliados y acondicionados con vistas al asfaltado (marzo 2013).- A partir de las minas, y dejando a la derecha la pista que cruza el rio y se dirige a Tiguenziou, la pista penetra en la angostura del valle , contagiándose de esa característica, y continúa de esta guisa hasta el final.- Se trata por tanto de una pista muy estrecha -y a veces aérea- , con varios tramos largos que no permiten el cruce con otro vehículo, aunque son tramos con mucha visibilidad, donde puedes percibir perfectamente si viene alguno en sentido contrario (foto inferior).- Como compensando la estrechez, la pista tiene buen firme y está bien mantenida, ya que muchos pasajes están prácticamente excavados en la roca y sobre el soporte de gruesos muros de piedra (foto superior).-
Ni que decir tiene que el tráfico es prácticamente inexistente, limitándose a las furgonetas de los buhoneros y al transporte local .-
COMER Y DORMIR.-
En todo el valle únicamente encontramos un albergue, el Tigmmi N`tmazirte.- Se encuentra a menos de un km. del inicio de la pista, tras pasar la zona habitada, justo frente al pueblo alfarero de Infgane.- Se trata de una recia casona de piedra, sencilla pero acogedora y muy agradable, a lo que contribuye especialmente su propietario, Housseine, amante y conocer de su tierra, y que os proveerá de todos los datos e información que necesiteis para recorrer y conocer la zona (foto inferior).- Consta de una decena de habitaciones austeras pero limpias y agradables, equipadas con camas y un pequeño aseo con agua caliente.- También dispone de un hamman.- A la entrada encontramos un pequeño y agradable jardín aterrazado poblado de rosales, y una terraza cubierta de cañizo para disfrutar de una agradable tarde de charla o de lectura o desayunar y cenar cuando el tiempo lo permita.- La cena es abundante y sabrosa (tengo un especial recuerdo de la harera), y el desayuno muy correcto, aunque, como en la mayoría de albergues de montaña, la leche es en polvo.- La media pensión salía por 190 Dh. en marzo de 2013.-
En Ijoukak existen varios cafetines donde comer pinchitos a la brasa, y algunas tiendas donde aprovisionarnos si queremos pasar algunos días por la zona, ya que en ninguna aldea del valle recuerdo haber visto tienda alguna, lo cual no quiere decir que no las haya.-