Nuestro sistema de valores nos define. Tenemos nuestra propia escala, un orden de importancia que hemos construido en base a nuestra experiencia, y también en base a esta, les otorgamos un significado. Un mismo valor no tiene porque significar lo mismo para uno que para otro. Los valores y su importancia pueden cambiar a lo largo de nuestra vida, están relacionados con nuestro desarrollo. Nuestros valores no son los mismos cuando somos adolescentes que en la edad adulta. Aún con eso, algunos de los valores sí que permanecen estables a lo largo de toda nuestra vida.
Nunca antes había profundizado en este aspecto. Lo hice por primera vez gracias a los horizontes de enfoque que propone GTD. Concretamente en el sexto horizonte: Propósito y principios. Principios son nuestros valores esenciales
Ya te he contado varias veces que, para mí, la parte de perspectiva en GTD ha sido una gran revelación. Un aspecto que, para una persona pragmática como yo, en una primera pasada lo vi sólo como palabrería. Más tarde, profundizando, y constatando empíricamente su funcionalidad, es cuando empecé a darle la importancia que se merece.
Y está siendo en mi formación como coach donde definitivamente esto ha pasado a tener un papel más que relevante en mi vida y ha cambiado el marco en que ahora veo las cosas. Estoy comprobando la influencia de nuestro propósito y nuestros valores en nuestras decisiones. La decisión es el paso previo a la acción. Así las decisiones y acciones, son el reflejo de lo que somos. Y, sobretodo, de lo que queremos ser.
Un ejercicio que me gusta mucho es, una vez definido el propósito y clarificados los valores, hacer una retrospectiva de tu vida. Ver como todo encaja, como hay una línea de coherencia en el camino que cada vez has escogido. Identificas cuando te has sentido bien o mal con la decisión, dependiendo de lo alineada, o no, que estuviese con tus valores.
Es por tanto clave tener claridad acerca de cuáles son tus valores.
Cuando alguna decisión nos chirría, cuando estamos incómodos haciendo algo, cuando postergamos recurrentemente algo… casi siempre, es por culpa de una incongruencia en nuestros valores.
Por ejemplo, si uno de mis valores es el esfuerzo, no me sentiré cómodo ni motivado haciendo cosas fáciles. Si uno de mis valores es la sinceridad, no me sentiré cómodo vendiendo algo en lo que no creo.
La claridad en tus valores aporta valor en muchos aspectos de tu vida. Sin ir más lejos, queda claro el impacto que tiene todo esto en nuestras relaciones con los demás, donde, cuanto más dispares sean nuestros valores (mejor dicho, el significado de estos) más «rozamiento» habrá.
Desde el punto de vista concreto de la efectividad, es clave a la hora de tomar decisiones y definir nuestros proyectos. Sin ningún tipo de duda. Una mayor claridad significa una mayor efectividad: haremos bien las cosas correctas. Sin estrés ni distracciones.