El valor de hacer las cosas bien

Un estudio se define por sus trabajos, de hecho cada lanzamiento es examinado por el gran público. Éste sitúa a cada cual – ya sea de forma justa o injusta – en su lugar. Normalmente hay compañías que aspiran a conseguir grandes cosas sin importar lo que cueste y muchas veces se la pegan estrepitosamente por buscar aquella fórmula que consiga generar ingresos sin parar.

A muchos quizás no les suene de nada el nombre The Behemoth, una compañía que ha lanzado al mercado tan sólo dos títulos. Dos pero lo suficientemente buenos como para que los usuarios no añoren más títulos de dicha compañía. Un pollo gigante los representa, un ave gorda que esconde en sus huevos el mejor de los manjares.

Hominid fue un título que salió en formato físico para la anterior generación, los usuarios de Gamecube, Playstation 2 y Xbox disfrutaron de las aventuras de un alienígena caído del espacio que tenía como única misión el zafarse de las garras de los militares del gobierno. Las fuerzas de inteligencia, con todo su arsenal, intentarán localizar a nuestro “amigo amarillo” para acabar con su vida.

Una vida, dicho por otra parte, muy efímera. Ya que la dificultad de éste juego no era el pasar la pantalla intentando alcanzar la meta, sino evitar ser tocado por cualquiera de los múltiples disparos que durante la partida aparecen. Si uno, sólo uno, llega a impactar con éste provoca una muerte instantánea. Cosa que provoca una sensación de impotencia descomunal que ataca directo al “ego” de cada jugador.

Nada de correr a buscar por los mercados de segunda mano, Hominid sufrió una reconversión al HD – fue de los primeros – y pasó a formar parte del catálogo del bazar Xbox Live Arcade siendo una de esas maravillas que deben ser tenidas en cuenta. Y es que los señores de The Behemoth saben ofrecer con unas simples pinceladas muchas horas de entretenimiento. Lineas que se trazan una a una para crear un panorama único y minimalista.

Unos gráficos simplistas con muchas horas de jugabilidad, éstos son los pilares en los que se fomentan los dos juegos de The Behemoth. Y eso se demuestra tras contemplar la segunda obra y seguramente la más famosa de esta pequeña empresa, estamos hablando de Castle Crashers. Un beat’m up al uso, donde llevamos a un caballero que debe recuperar a las princesas raptadas por un malvado mago.

Una locura que se ve acompañada en todo momento por un sinfín de animales que hará de las delicias de muchos al otorgar diferentes capacidades que mejoran aspectos de nuestros caballero. Un título diferente al anterior ya que todo dependerá del nivel que tengamos para acometer la misión encomendada. Además y como en el anterior, Hominid HD, contaremos con una buena cantidad de armas que no solo atacarán de forma distinta sino que infringirán mayor o menor daño.

The Behemoth ha sabido combinar a la perfección la simplicidad de un juego en 2D y en scroll horizontal. Como los de antaño, aquellos que tantas horas de diversión otorgaban a las tardes tedio extremo. Y parece ser que visto lo visto continuará en la misma líneac con Battleblock Theater. Donde tomaremos el control de algunos presos de una prisión y buscaremos la forma de escapar. Un ‘Prisión Break’ a lo plataformero y bajo el maravilloso diseño de la compañía.

Sin duda, no se necesita más y es que pocas compañías ofrecen tanto con tan poco. Una forma simple de invitar al jugador a pasar un rato divertido aunque inmerso en la batalla contra el orgullo propio. No sé si será tan complicado como Hominid HD, o si la versatilidad llegará al extremo que Castle Crashers, pero sin duda The Behemoth se trae entre manos otra maravilla que seguramente mantenga enganchados a los usuarios como en sus antecesores.

El valor de hacer las cosas bien, la credibilidad que otorga el ser constante en una misma linea. Seguir los puntos que han estado minuciosamente trazados hacia un futuro incierto. Tan incierto como el esperar que el gran público sea agradecido y sepa corresponder los esfuerzos por hacer las cosas con la lentitud que se necesita. Sin prisas, sin sacar nada a medio terminar. Algo completo y que sin duda destilará la esencia que nos viene acostumbrando.

Sueños pincelados en un lienzo de trazos nítidos, de jugabilidad de extrema, de risa incesante tras la experiencia de lo absurdo. Jugar por el placer de ver, ver por el placer de jugar. Conceptos atrapados en un bucle indefinido del ocio digitalizado. Belleza inerte, pero con vida, contradicción predefinida entre la muerte y el disfrute. Esperemos que poco a poco se de-goteen las informaciones para empezar a oler la esencia de la compañía del gordo pollo alado. ¡La esencia de The Behemoth!