Es posible que con esto del confinamiento haya cambiado un poco mis hábitos, pero lo cierto es que sigo haciendo casi las mismas cosas que hacía antes. Lo que ha cambiado, en su mayoría, es mi consumo de televisión en directo. Antes consumía un par de horas diarias y ahora lo he cambiado por entretenimiento digital. Ya sea Twitch, Youtube o Netflix y plataformas de vídeo bajo demanda en streaming. Una de las ventajas que tiene este descenso de consumo televisivo es la de ver muchos menos anuncios que antes. Verlos y enfadarme menos, porque siempre me parecen malos. Últimamente es raro que vea un anuncio que me haga gracia o que lo recuerde de manera positiva pasado un tiempo. Y eso no es algo bueno para las marcas que nos quieren vender algo, obviamente.
Es curioso porque hasta hace poco, los anuncios de Chocolates Valor no me llamaban mucho la atención. José Coronado (conocido actor de películas, series y anuncios de yogures y casas de apuestas) 0 Michele Jenner comiendo chocolate en mitad de un rodaje. No es algo que me llamara la atención o, siquiera, me incitara a comprar esa marca. Pero, casualidades del destino, leyendo la prensa y las redes sociales me ha empezado a llamar la atención la marca, la empresa y sus productos. Estos días he leído que Chocolates Valor ha decidido subir los sueldos de la plantilla un 20% por el esfuerzo de sus trabajadores durante el confinamiento, la pandemia y la crisis derivada del COVID-19. Además, han decidido donar 300 000 euros para la investigación y compra del material sanitario. A todo eso se suma que hace un par de años decidieron comprar la marca Huesitos (que esta si consumía antes) para evitar que trasladasen la producción a Polonia. Una empresa con sentimiento de pertenencia a la comunidad y con responsabilidad social corporativa.
Al final, los anuncios no han servido de nada, no han conseguido llamarme la atención, lo han hecho los actos de la propia empresa. Y es difícil porque en estos tiempos duros, parece que solo hay malas noticias y empresas que no miran por sus trabajadores o clientes (y/o ambos). Solo hay que ver que con la tormenta que les calló a empresas de reparto a domicilio mediante falsos autónomos como Glovo, no solo mantienen las cosas como están si no que les bajan las comisiones a sus trabajadores (riders) a pesar de no reducir sus cuotas y/o el margen de beneficios con el que trabajan. Trabajadores en peligro para que unos pocos puedan seguir sacando tajada.
Sería interesante salir de aquí con ciertas lecciones aprendidas. Sería bonito que fueran beneficiosas para el conjunto de la sociedad y no solo para individuos particulares. Posiblemente me anime en las próximas semanas a escribir algunas lecciones que saco yo de todo esto y que seguramente aplique una vez termine (¿terminará?). Por lo pronto, me reafirmo en mis convicciones de no utilizar servicios de reparto que consistan en explotar a sus trabajadores y que intento cambiar mis hábitos de consumo para premiar (votar con la cartera de toda la vida) a aquellas empresas que, aparentemente, lo están haciendo bien y no solo miran por si mismas y su beneficio propio.