La polìtica en España huele a rancio y a alcanfor, y sus máximos respresentantes suenan tan cansinos como monótonos, al tiempo que parecen personajes mediocres, sin altura de miras, ni capacidad de mirar más allá de sus propias narices. Sólo les mueve la ambición por permanecer en el poder o poder acceder a el. Ayer supimos cuál fue la primera reacción del presidente Zapatero a la presentación de los estatutos de Sortu, la nueva formación política de la izquierda abertzale. En lugar de valorar como un paso histórico el rechazo de la violencia de ETA por parte de la antigua Batasuna, el secretario general del PSOE demostró su nula visión de Estado, al asegurar, ante el grupo parlamentario de su formación, que si Sortu se “hubiese creado durante los gobiernos de José María Aznar, el PP lo habría presentado como un gran éxito de su política antiterrorista“. Olvida Zapatero que en esta partida están en juego la paz y la convivencia en Euskadi y no si es él o es Rajoy quien rentabiliza el viaje sin retorno de la izquierda abertzale a las vías polìticas y democráticas. Sobran los cálculos a corto plazo sobre quién o quiénes se pueden beneficiar de esta nueva situación y faltan discursos coherentes y comprometidos sobre la necesidad de incorporar a Sortu a las instituciones como un signo de normalidad y un avance hacia la consolidación de una sociedad mas cohesionada, en la que nadie se sienta amenazado, ni vea coartada su libertad para poder defender sus ideas. Bienvenido sea el nacimiento de Sortu y bienvenida sea la izquierda abertzale al terreno de la paz y la convivencia. Ahora nos toca construir conjuntamente un futuro mejor y creo sinceramente que la desaparición de la violencia nos ayudará a poner el acento en debates hasta ahora eclipsados. La unidad de acción de la izquierda en Euskadi, sea independentista o federalista, puede encontrar puntos comunes en su apuesta por el socialismo como respuesta a las necesidades de una ciudadanía, que desea la paz, pero también la justicia social y y la conquista de un nuevo modelo de desarrollo más humano y más sostenible que aquel que hoy avalan PSOE, PP y PNV.