En estos días en los que he estado revisando diferentes biografías sobre el tema que comenzamos la semana pasada, acerca de disfrutar de las pequeñas cosas, he dedicado algunos momentos de mi ajetreado día a intentar pensar en las características que tiene el disfrute, sin darme cuenta que ese estrés cotidiano es lo que me impedía disfrutar de la tarea que intentaba realizar, es decir, plantear de manera clara los factores que potencian ese disfrute. Me di cuenta inmediatamente que había caído en la trampa, no estaba realizando esta tarea de manera que me permitiera experimentar una experiencia de flujo, es decir, y como ya comentábamos en el artículo de la semana pasada, que me permitiera Fluir, en la que todos mis sentidos se centraran en ella, de manera que el aquí y ahora no importaran, sino donde lo verdaderamente relevante fuera la actividad concreta de hacer un artículo para este blog.
Pero realmente ¿qué entendemos por disfrute?, ¿cómo podemos sentir que fluimos a la hora de realizar una determinada actividad?.
El disfrute es un movimiento hacia adelante, caracterizado por un sentimiento de novedad, de realización. Por ejemplo cuando jugamos un partido de fútbol, en el que pongamos a prueba nuestra capacidad, lo percibimos como agradable, pero también lo experimentamos cuando leemos un libro que nos absorbe o al tener una conversación donde pondremos en práctica toda nuestra capacidad, o incluso como yo cuando escribimos un artículo de nosoyunparado. Normalmente cuando comenzamos a realizar estas actividades no eran placenteras, pero cuando nos paramos a pensar en ellas después de realizadas, nos damos cuenta de que fueron positivas y nos enriquecieron personalmente, a esa sensación la llamamos disfrute.
Entonces, ¿cuales son los elementos que definirían el disfrute?, pues evidentemente tendríamos que plantear que serían aquellas tareas, actividades, etc., que nos permitieran poner todos nuestros sentidos a la hora de realizarlas, por ejemplo, el realizar actividades desafiantes que requieran poner en práctica diferentes habilidades, como por ejemplo el montar en una gran montaña rusa, pero como mencionábamos antes no solo tienen que ser actividades desafiantes, sino que existen actividades como por ejemplo la lectura que requiere de la concentración, de la atención, que tiene una meta clara, y para realizarla debemos dominar la reglas del lenguaje, la comprensión, y la creatividad.
Pero además debemos de combinar acción y conciencia, es decir, cuando centramos todas nuestras habilidades en la realización de una actividad, la acción absorbe nuestra conciencia y esto activa el disfrute.
De la misma manera deberíamos de plantearnos metas claras y bien definidas, así como una buena retro-alimentación, pero ¿qué entendemos por retro-alimentación? Pues el saber concretamente ¿qué hacemos y qué hemos conseguido y en que momento?.
Otro papel esencial en la experiencia de disfrute lo juega la concentración sobre la tarea actual, así uno es capaz de olvidar todos los aspectos desagradables de la vida.
Es también esencial que sintamos que tenemos el control, a esto se le conoce con el nombre de la paradoja del control (Csikszentmihalyi, 2007), cuando realizamos una tarea como bailar, nos sentimos dueños de nuestras capacidades, no es que tengamos el control, pero experimentamos la sensación de que nos podemos mover desafiando las leyes de la física ya que disponemos de la sensación personal de que tenemos el control.
Por último hablaremos de la pérdida de la Autoconciencia, donde perdemos la preocupación sobre la propia personalidad, ya que consume recursos y nos preocupa, es decir, perdemos concentración en la tarea que realizamos. Sin embargo, si enfocamos todos nuestros recursos en la tarea que desarrollamos perdemos esa conciencia de nuestros problemas y los vivimos como ajenos, con lo cual los recursos los centramos en la realización de la tarea. (Csikszentmihalyi, 2007.)
Y por último, estaría la transformación del tiempo, cuando realizamos una tarea con la que experimentamos el disfrute el tiempo parece transcurrir de otra manera, perdemos la noción del tiempo. No sentimos esa necesidad de controlarlo que tenemos normalmente, en los quehaceres diarios, en nuestro trabajo, a la hora de ir a solucionar papeleos, etc.
Bibliografía:
•Mihaly Csikszentmihalyi, “Fluir”. Editorial Kairós S. A., 2008.
•Mihaly Csikszentmihalyi, “Aprender a Fluir”. Editorial Kairós S.A., 2008.
Jose J. Rivero
Psicólogo y Experto en Formación
Terapeuta y mediador familiar