El valor de cualquier activo responde a una sencilla división: en el numerador, las expectativas de ingresos anuales medios a futuro que puede esperar el poseedor del activo; en el denominador, el interés que ese inversor tiene lógica que espere de esa inversión.
Es el denominador donde incide directamente el nivel de los tipos de interés. Cuando estos son muy bajos, el valor del activo es alto; cuando los intereses suben, el valor de los activos baja. Es algo automático, matemático. No admite discusión.
Aunque hay otros elementos que influyen en el valor de los activos, como el nivel de crecimiento de la economía o el nivel de incertidumbre, en estos momentos la influencia de los bajos tipos de interés, pilotados por los bancos centrales, es crucial. Hace que los activos estén, sin duda, sobrevalorados, y que exista un claro peligro de que caigan los valores si los tipos de interés, en algún momento en los próximos años, empiezan a subir.
Eso quiere decir que actualmente, cuando compramos acciones, o bonos a largo plazo, o invertimos en activos alternativos, dependemos muy mucho de que los tipos de interés no suban en los próximos años.
No se vislumbra que lo hagan, porque los niveles de inflación, tanto en la zona euro como en la zona dólar, son bajos y parecen controlados; pero eso puede que no sea así siempre.
El único consuelo que nos queda es que, si pasa, afectará a todos los activos. No se salvará ni uno. Mal de muchos… consuelo de tontos…