Siempre he creído en el valor de una mirada! En ella, uno puede ver la verdad del alma, lo que ilumina al ser que la regala y que, a la vez, la observa en el otro! Más allá de lo que alguien pueda hablar o escribir con palabras vacías y que dificilmente describen una emoción, más allá de esos gestos aprendidos y/o premeditados, la calidez de una mirada nos muestra el alma de quien tiene el valor de compartirla! Muchas veces una simple mirada invita a compartir complicidad o magia, a mostrarse uno tal como es, a dejarse llevar por la imaginación. Otras muchas, la mirada se pierde en la piel, en lo aparente, en lo deseado y no satisfecho!
Pero hay momentos en que no es posible compartir esa mirada sincera y redentora. Esa persona querida o deseada no está frente a ti, por la distancia infranqueable, por la ausencia permanente de su muerte o porque decidió condenarnos al olvido. Cuánto miedo aparece cuando no podemos corroborar nuestro amor sentido en una mirada! Y entonces solo es posible recuperarla con los ojos del corazón, esos que son capaces de ver y de entender aún sin mirar, amar sin tener en frente al ser querido! Porque es en el corazón -sirviente del Alma- en el que se guardan todas esas emociones siempre vigentes, atemporales y evocadoras de amor y de felicidad, lo que da el propio sentido de nuestra vida celosamente guardado en nuestro interior! Los ojos solo ven hechos, actitudes, circunstancias, sensaciones de los sentidos expuestos y es la mente quien interpreta esa realidad que nos envuelve y lo que ve en cada mirada! Pero “lo esencial” es invisible a los ojos, por más que se empeñe nuestra mente y nos haga dudar!
Una mirada acalla muchas palabras, muchos gestos equívocos e incluso muchos deseos por cumplir, porque de donde proviene, el alma, todo eso ya existe y satisface a nuestro corazón. Una mirada, si es sincera, convierte en reina a una princesa, en príncipe a una rana, en magia lo más cotidiano y en color, una vida en blanco y negro! En una mirada uno puede buscar el consuelo ante la soledad, la ilusión en una mirada de un niño o el deseo ajeno para rememorar a alguien ausente! En una mirada uno puede encontrar paz o conflicto, amor de verdad o deseo perentorio, miedo o misterio ante lo desconocido. En una mirada uno puede encontrar todo eso que busca y que anhela, pero al final encontrará solo aquello que está en su alma, ya sea guerra o paz!
Aprendí hace años a hablar con mi mirada, muchas veces es todo lo que puedo dar, que es lo que hay en mi corazón! Pero ausencias en la distancia, despedidas sin palabras o renuncias sin expresar en mi historia, me hicieron aprender a “estar sin estar”! Para estar sin estar, hay que sentir previamente con el corazón, porque desde allí nacen las palabras escritas, los mensajes con una imagen o una sonrisa, las canciones que se envían… Pero todo eso no sustituye nunca a una mirada sincera y el derecho inapelable a compartirla por amor! ¿Cuántas veces en mi vida hubiera cambiado todos mis miedos, expresados en palabras, gestos, incluso en caricias… por una simple mirada mágica y en silencio, en que se manifieste la verdad del amor en unos ojos?
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