"Deberíamos usar el pasado como trampolín y no como sofá"
(Harold McMillan)
La ropa tiene memoria. Este vestido, por ejemplo, sabe a verano y a sol. Aunque parezca la letra de una canciópn pseudoromántica de los 70. Huele a crema Nivea y pescaíto frito.
Puedo recordar cuándo lo compré, animada por una de mis amigas más queridas.El estreno, en una perfecta noche de verano entre gintonics y gominolas. Las primeras fotos, con el sol cayendo en la playa de Conil.
Por eso, llevar este vestido en esta primavera que parece invierno es terapéutico.
Porque, aunque lo abrigues con un jersey de lana y encaje, sigue oliendo a crema para el sol.
Y aunque esta primavera disfrazada de invierno apriete aún más, puedes abrigarte con una bufanda de lana.
Y hasta con una invernal sahariana militar que, sorprendentemente, casa con las rayas marineras.
Con unas Ray Ban que engañan la mirada, siempre puedes hacerte a la idea de que el sol luce, los pájaros cantan y las nubes se levantan.
Este es mi truco para superar esta primavera polar. Engañar al calendario. Adelantar el armario de verano y travestirlo en armario de entretiempo. Y abusar de las prendas que tienen buenos recuerdos del verano.
En esta teoría terapéutica de la moda, solo hay un fallo. También hay prendas con malos recuerdos. Pero de eso ya hablaremos cuando vuelva el sol.Cuando ya no necesite esta terapia de choque para sobrevivir.