Querido mío,
querido tú,
querido nadie,
querido
a
secas
antes de irme quiero contarte
que a veces un solo roto
puede contar
media vida,
porque si supieras la de principios
que comencé contigo
sabiendo que todos ellos
sería lo mismo que
empezar por el final,
también te dolería.
Y es que es probable
que me haya vuelto a equivocar,
pero no tengo remedio amor,
vengo defectuosa de serie,
porque quererte,
te quise
pero mal
justo como no se debe hacer
del todo y de una vez
porque no supe hacerlo mejor
y tú sabes como yo
que eso es imposible,
que es lo mismo
que las líneas paralelas
que por mucho que mires,
en el infinito
tampoco
se
juntan.
Y en vez de mirarnos de frente,
decidimos hacernos a base de excusas
obligándonos
a dar dos pasos hacia
atrás
por no atrevernos
a dar uno sólo
hacia
adelante.
Querido mío,
querido tú,
querido nadie,
querido
a
secas
hoy me he levantado
con los labios más cortados
de lo normal,
el invierno
vuelve a hacer de las suyas
permitiendo que esta ola de frío
me provoque
cuantiosos daños
a su paso,
porque a estas alturas de la herida
sé
que sin ti
ya no me late el corazón
y mucho menos
si se trata de latir
entre las piernas.
Querido mío,
querido tú,
querido nadie,
querido
a
secas
debo irme.
Es época de reparar daños,
de desandar lo andado
y volver poco a poco
desde los lados
hacia el centro del camino.
De recoger los cristales rotos de este vaso,
de quedarme sin ti
y sin París bajo la lluvia
de que tú te vayas…
pero con la mujer equivocada.
Y es que de la vida
he aprendido
que lo que no cambia de lugar,
se muere.
Y tú no sé,
pero
desde que nos quedamos
en el mismo lugar de partida
pero sin partir
hacia
ningún
lado,
yo no he parado de morirme.
Porque para que lo sepas, amor
lo malo
de no quedarse nunca del todo
es que al final
uno de los dos
se va.
Y me voy
pero con la paz
de los que no se dieron nunca por vencidos
porque fuiste tú
el que
no
supo
ganarme.
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