Con la reciente expulsión de una menor que acudía a clase con hijab, en el Instituto "Camilo José Cela", de Pozuelo de Alarcón (Madrid), se reabre una polémica que no es nueva. Ya a finales de 2007, ocurre lo mismo en un colegio público de Girona, con Shaima, una niña musulmana de 8 años y se repiten otros casos similares en otros países de la Unión Europea. La Generalitat obligó a la escuela a que rectificase y permitiera la asistencia a clase de la niña con la prenda puesta, lo que parece sentar entonces un precedente, según las fuentes que publican la noticia.
- "Que lleven lo que quieran. La cruz, el velo y el Espíritu Santo", dijo Carles Mata, director del Instituto barcelonés Salvador Espriu, que tenía en torno al 12% de inmigrantes.
- "Aquí prohibimos el gorro; no el velo. Y lo prohibimos porque para muchos latinos ir con gorro es un signo que evoca a los Latin Kings""Sólo hemos tenido una chica con velo y no hubo ningún problema", dijo Javier Marsá, director del instituto Joan Coromines, de Barcelona, con un 80% de inmigración.
- "No es motivo de conflicto". "El velo no debe ser motivo de conflicto en las aulas, siempre que no altere el desarrollo de la actividad docente", señaló Enric Puig, secretario general de las Escuelas Cristianas de Cataluña, que agrupaba a 422 centros concertados en esta comunidad.
Si tuviera que posicionarme a favor o en contra del tema que expongo a continuación, no sabría cómo hacerlo. Cuando conocí el caso de la niña musulmana, residente aquí en España, que se ha visto obligada a cambiar de colegio porque en el suyo no le permitían -según las normas del Centro- llevar nada en la cabeza, y eso incluía quitarse en velo, la primera posición que adopté fue a favor del respeto a las costumbres religiosas ajenas, y por lo tanto en contra del Centro Educativo. La creciente inmigración en nuestro país nos ha traído numerosas culturas enriqueciendo la nuestra propia, y siempre las hemos aceptado desde el respeto y la tolerancia hacia cada una de ellas. Sin embargo, en casos como éste, el respeto no está tan presente y vetamos la libertad de expresión, recogida en el artículo XIX de los derechos humanos, cuando obligamos a la niña a despojarse de un símbolo perteneciente a su religión. Mirando desde otro punto de vista, nos encontramos ante una familia que decide cambiarse de país aceptando así lo que esto conlleva: Emigrar a un país en el que se practica otra religión y otras costumbres no requiere que tu debas cambiar las tuyas ni tus creencias, pero para adaptarte a ese entorno debes acatar las nuevas normas y obligaciones como un ciudadano más; y llevando esto al caso, requiere que el colegio mantenga la normativa que tenía desde un principio, sin excepciones, ya que si permiten a la niña llevar el velo, también deberían permitir a todos los alumnos vestir, por ejemplo, una gorra. Pero, ¿es lo mismo un velo que simboliza una crrencia, que una gorra que es un elemento innecesario? Sin embargo, inevitablemente, ese velo nos produce rechazo. Las mujeres musulmanas lo aceptan y lo ven normal porque así lo han aprendido y así lo han vivido. Pero aquí no hemos recibido la misma educación. Y es duro tener que aceptar un símbolo que para nosotros va en contra de la igualdad. En conclusión, no es fácil posicionarse. Ante todo sabemos que debemos respetar las diferentes culturas pero es difícil hacerlo cuando ciertas costumbres simbolizan creencias incompatibles con las nuestras.
Amaia de Lózar | 1º BachillerImagen: El polvorín