En Arteixo, un pueblo coruñés de 30.000 habitantes, ha surgido un nuevo conflicto con una niña que pretende llevar hiyab, pañuelo que envuelve la cabeza para tapar el pelo, en un colegio público que prohíbe gorras y prendas similares.
Nuevo problema para el que no hay respuesta porque nadie ha querido decidir hasta dónde es tolerable en España el uso del velo en las escuelas, que si se acepta como expresión religiosa, y no de esclavitud, obligará a aprobar también el burka.
El padre dice que la niña quiere vestir la prenda. También los jenízaros, niños cristianos esclavizados, convertidos al islam y soldados otomanos, querían llevar las suyas. O los negros americanos a los que se les hacía sentir culpables porque su color era la marca de Caín, creían salvarse estando encadenados.
Tanto el liviano hiyab como el terrible burka obedecen a diferentes interpretaciones del Corán y de los hadizes. Pero siempre son prendas machistas y sexistas, que señalan a la mujer como sexo inferior.
El hombre no se pone prenda alguna para mostrar su fe en la vida diaria. La mujer sí, porque es símbolo de virtud y sometimiento al hombre, además de a Alá. La lucha por la liberación femenina erradicó el velo del mundo cristiano, que quedó sólo para religiosas profesas. En Occidente es una prenda segregadora.
La niña no se integra con otros niños porque exhibe ese símbolo de diferencia y sumisión del que los demás, insanos infieles, carecen. Es una víctima de su propia discriminación.
Un padre que permita, defienda o incluso exija que su hija vaya de:,uno, esclava; dos, de sexo inferior, y tres, segregada, debe denunciarse como un maltratador infantil y ser juzgado por alguna ley que condene ese gravísimo delito.
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Ellas, con sus velos, y ellos se aficionarán a sus boinas:
SALAS ha observado las estadísticas sobre el endeudamiento de las CC.AA., y nos propone el eslogan de algunos de nuestros compatriotas: