Revista Sociedad

El verano de la mala uva.

Publicado el 28 julio 2020 por Salva Colecha @salcofa

Si te digo a estas alturas que este verano está resultando un poco raro seguramente dirás “Mira, el palurdo este acaba de descubrir América” así que mejor me ahorro el comentario. Pero en realidad es que no estamos en verano sino en una fase más en todo este thriller sanitario-emocional en el que vivimos. Primero fuimos incrédulos, después aplaudimos llenos de fe y esperanza en

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nuestros sanitarios, empezamos a ver como algunos se erigían en justicieros de balcón y ahora, poco a poco, vamos entrando en una nueva fase, bastante peligrosa si nos dejamos ir. La fase del cabreo colectivo en la que todo el mundo empieza a sentir una mala uva generalizada ante todo y ante todos los que se empeñan en amargarnos los existencia (el resto de la humanidad). Lo que parece claro es que este verano será recordado durante muchos años y nuestros biznietos, cuando lo estudien en clase lo verán en el temario como “El verano de la mala uva”, a todo color, con letras en negrita.
Cuando empezamos así se suelen cometer tonterías propias de incluirse en el Guinness de los récords. Como lo del otro día, empezar a organizarse para burlar las mascarillas y acabar pidiendo el “Habeas corpus” (como quien decía “alohomora” para abrir la puerta) al guardia, armado

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con la paciencia que heredó del santo Job, que procedía a extender la correspondiente “receta” a la interfecta. Deberíamos tomárnoslo en seria, más ahora que estamos viendo como no es que lo vayamos a tirar por la borda sino que ya hasta parece que hayamos hundido el barco. No se que haremos si nos vuelve a caer confinamiento pero no es que la economía no lo aguantaría (obvio) sino algo peor, la estabilidad emocional saltaría por la borda. Piénsalo, vivir en un país de pobres ya lo hacemos de hace mucho pero vivir en un país de locos… (bueno, eso también).
¿Qué cómo te salgo yo hablando de mala uva en plena canícula de julio? No se si te habrás dado cuenta de que estos día no hacemos más que ver quejas y

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demandas. Que si demandas de los empresarios del “ocio nocturno”, que si la iglesia denuncia que se quedan sin fondos, que si queremos fiestas, que si nos arruinamos si nos cierran las fronteras y no vienen los turistas, que si la juventud está cerril, que si a ese le han hecho una PCR y a mí no, que si… (pon lo que quieras o no acabaremos jamás el post).
Al final todo se reduce a lo siempre, nadie está conforme con nada que le afecte demasiado tiempo a la cartera o a las costumbres y clamamos contra las decisiones de la autoridad que están hechas a mala leche y para amargarnos la
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existencia a cada uno de nosotros, en singular, personificadas hasta el máximo nivel. ¿Qué profesionalidad a la hora de tocar las narices, verdad? Igual es que estamos hasta el gorro y no somos capaces de ver la realidad. Llevamos mal la epidemia y hemos vuelto a unos niveles de contagio de Marzo-Abril, algo habrá que hacer ¿no?. Piensa que la última vez nos encerraron ¿Y ahora porqué no? Por dos razones, fiamos nuestra economía al poco turismo que queda y porque si nos encerrasen ahora saldríamos con palos y antorchas camino de La Moncloa.

En el fondo queremos que vuelva la rutina, como sea, porque es lo que conocemos y somos animales de costumbres. Supongo que será eso, porque
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mejor ni pensamos en tomarse esto como una palanca para reinventar el esquema y entender que tampoco es normal pasarse el año malmetiendo contra los “guiris” para después llorar porque este año no vendrán. Tenemos la oportunidad de relanzar el tejido industrial que ha sido maltratado durante tantos años y volver a arrancar de otra forma. Pero claro, parece más cómodo quemar, una vez más, en la plaza mayor a Simón (que paciencia tiene este hombre) que entender lo que nos dijo el otro día cuando soltó que “si no quieren venir los belgas, un problema que nos ahorramos”.

Si no somos capaces de asimimar que a estas horas ya no podemos aguantar el país a base de vender cartones de sangría y garrafas de “agua de valencia” igual es que algo no
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está bien construido. Y eso no tiene nada que ver con la pandemia esta que parece habernos hecho olvidar que antes del coronavirus también teníamos problemas como para parar un tren. Igual ya ni recuerdas que los maltratadores siguen asesinando a nuestras compañeras, que existen más enfermedades además de esta, que la corruptela campa por sus anchas o que llegar a final de mes con la prole continúa siendo un remake de “Misión imposible”… Pero no me hagas caso que este cerebro mío no funciona con temperaturas elevadas y ahora debe hacer como 80 grados en esta choza.


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