Hace poco leí una afirmación de Darryl Anka que me impacto mucho por la revelación que trae consigo: “Tu propósito principal no es el objetivo prioritario que con tanta ansia persigues. Tu verdadero propósito es ser lo mejor que puedas ser y concebir. Tu objetivo no es más que el método que escoges para mostrar tu mejor versión“. Al leerlo tome conciencia de algo que a mi juicio me pareció muy importante; nuestros objetivos, carreras y logros no son lo que determina nuestra valía ni plenitud. Lo que realmente nos convierte en personas plenas e íntegras es saber con absoluta certeza, que hemos dado el cien por cien de nuestro potencial al servicio de una visión o perspectiva. Es decir, cuando hemos aspirado a brindar lo mejor de nosotros mismos alcanzando crecimiento, excelencia y progreso durante el proceso.
Los objetivos y metas, sin embargo, parecen erigirse como las piedras angulares de la felicidad y la realización. Constituyen el premio ansiado que producirá la “transformación” definitiva en la persona que lo alcanza. “Cuando llegue…”, “Cuando alcance…”, “Cuando logre tal estado….”, entonces todo cobrará sentido y forma. Nada más lejos de la verdad. La realidad del objetivo viene marcado por el progreso consistente diario que genera momentum; esta palabra se utiliza en el argot tenístico y significa: inercia positiva e inspiradora, la cual genera una gran dosis de confianza y poder. A partir de este parámetro, se obtiene una congruencia total, ya que los pequeños progresos diarios son más que suficientes para obtener una sensación poderosa de crecimiento, contribución y felicidad.
Con esto no quiero restar importancia a los objetivos. Es absolutamente loable y digno intentar dar forma a tu visión más profunda. Simplemente quiero hacer hincapié en el hecho de que su consecución no comporta nuestro mayor bien, y que en el propio camino que vamos emprendiendo se puede obtener una sensación de dicha inexpugnable. ¿A qué se debe esto? Nuestra dicha es fruto de nuestra entrega total e incondicional hacia esa mejor versión que buscamos. Al ir elevando nuestros estándares sobre aquello que consideramos más importante en nuestra vida, tendremos la posibilidad de disfrutar diariamente de los progresos realizados, obteniendo una sensación de vitalidad y un enfoque positivo e inspirador.
Tenemos que comprometernos diariamente a elevar el listón de nuestros pensamientos y acciones, esta es la única manera de lograr un crecimiento expansivo. Resulta necesario planificar detalladamente nuestro día priorizando aquello que es importante sobre lo urgente. Lo importante son aquellas acciones que sabes, tienes que acometer, son realidades ineludibles. Lo urgente son aquellos sucesos o detalles que pueden parecer importantes (contestar una llamada, enviar un extracto o documentación a alguien), pero que pueden ser delegados o resueltos en otro momento. Lo importante tiene que ver con tu crecimiento y tu visión personal, lo urgente está relacionado con la satisfacción de una necesidad puntual. Recuérdalo.
Resulta dificíl crear una versión excelente sino tenemos claro que aspectos y visiones deseamos manifestar en nuestra vida. Pregúntate de manera decidida: ¿Cuál puede ser mi aporte genuino a este mundo? ¿Qué parte de mi potencial estoy dispuesto a liberar? ¿Estoy dispuesto a crecer y llegar a ser un fuerte y vigoroso “roble”? ¿Qué es lo que más deseo, amo y estimo en mi existencia? Todas estas preguntas nos abrirán la puerta a nuevas posibilidades de concebir un magnífico ser en todos los ámbitos. Preguntas conscientes y poderosas, respuestas creativas e inspiradoras. La calidad de nuestra pregunta determinará con rotundidad la creatividad y la inspiración que ofrezca nuestra respuesta.
Una vez que hallamos interiorizado y creado la visión, la inspiración y el plan específico diario, solo queda dar rienda suelta a nuestra creatividad y nuevos estándares. Intentar dar lo máximo en cada momento y marcar una notable diferencia en nuestra calidad de vida y en la de otras personas. Para eso hemos venido a este mundo, para evolucionar, crecer, contribuir y ser mejores, no para llegar a la cima de la montaña de la autorrealización otorgada por ese objetivo ideal. Muchas personas han llegado a cumplimentar ese objetivo tan anhelado para después preguntarse con cierta desesperanza: ¿Acaso esto es todo?
El compromiso y la perseverancia resultan claves en este interminable proceso de mejora constante. Saber que estamos alineados totalmente con nuestra pasión es el combustible indispensable para salir hacia adelante cuando los altibajos se produzcan. Es poseer la convicción clara de que nuestra visión es posible con esfuerzo, dedicación y voluntad. Como decía Lao-Tzu: “Un viaje de diez mil millas se empieza dando el primer paso”.
Grandes desafíos y aventuras nos aguardan en el misterioso sendero de la vida, pero es precisamente esto lo que la convierte en algo tan increíblemente valiosa y digna de ser descubierta. Vivamos de acuerdo a nuestros más profundos estándares y hagamos realidad nuestros sueños. Aspiremos a la grandeza que nos pertenece, es una de la señas más notorias y potentes de la personalidad humana.
“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas: la capacidad de elegir su actitud personal ante un conjunto de circunstancias dado, la capacidad de elegir su camino y labrar su destino”.
- Viktor Frankl
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