Ya el inca Garcilaso de la Vega, en una de sus crónicas, habló de un navegante español y su dura vida como náufrago. Independientemente de esto, Daniel Dafoe, hombre de negocios y escritor inglés, oyó en algunas de sus travesías la historia de Pedro Serrano. En este hombre y en un tal Selkirk, se basó para escribir, en 1719, Las Aventuras de Robinson Crusoe, uno de los libros más populares y considerado como una de las primeras novelas inglesas.
El capitán español Pedro Serrano sobrevivió, junto a dos hombres, a un fuerte temporal que los depositó en un banco de arena del mar Caribe. El mismo carecía de vegetación y de fuentes de agua dulce, y hoy es llamado Serrana Bank, en honor al marino. A los pocos días, uno de los acompañantes murió. Bebieron sangre de tortugas para suplir la falta de agua dulce, que apenas podían recoger cuando llovía, y comieron pájaros y peces. Al poco tiempo, recibieron la visita de otros dos náufragos, que arrivaron al banco de arena en bote. El acompañante de Serrano y otro de los visitantes, partieron en bote hacia el continente, en busca de ayuda, pero nunca más supieron de ellos.
Los dos hombres construyeron una pequeña torre con rocas y corales, desde la cual hacían señales de humo con los maderos de diferentes barcos que llegaban allende el mar. Así estuvieron ocho largos años hasta que sus señales de humo fueron divisadas por un galeón, en el año 1534. Fueron recogidos por un bote y llevados a la gran embarcación. Al poco tiempo de haber embarcado, el acompañante murió.
Pedro Serrano llegó a España y se convirtió en una figura famosa, no sólo en su país, sino también en toda Europa. Las altas esferas de la sociedad lo contrataban para que relatase sus peripecias. En el Archivo General de Indias, en Sevilla, se encuentran los documentos en los que Serrano volcó la angustia que le despertaba el recuerdo de aquellas largas y sufridas penalidades.
Aún hoy en día, genera fascinación y admiración la capacidad de supervivencia de esos dos hombres que, durante ocho años, no supieron qué sería de ellos, estando abandonados a la buena de Dios.