
Los dos hombres construyeron una pequeña torre con rocas y corales, desde la cual hacían señales de humo con los maderos de diferentes barcos que llegaban allende el mar. Así estuvieron ocho largos años hasta que sus señales de humo fueron divisadas por un galeón, en el año 1534. Fueron recogidos por un bote y llevados a la gran embarcación. Al poco tiempo de haber embarcado, el acompañante murió.
Pedro Serrano llegó a España y se convirtió en una figura famosa, no sólo en su país, sino también en toda Europa. Las altas esferas de la sociedad lo contrataban para que relatase sus peripecias. En el Archivo General de Indias, en Sevilla, se encuentran los documentos en los que Serrano volcó la angustia que le despertaba el recuerdo de aquellas largas y sufridas penalidades.
Aún hoy en día, genera fascinación y admiración la capacidad de supervivencia de esos dos hombres que, durante ocho años, no supieron qué sería de ellos, estando abandonados a la buena de Dios.