Si es tu primera visita, me gustaría darte la bienvenida que te mereces.
Éste es un post de despedida. Después de un mes de julio en modo “semi-vacaciones”, el blog pasa a un estado de reposo total durante el mes de agosto. No es que vaya a olvidarme de Escucha Tu Cuerpo y de todos sus lectores. De hecho, gran parte de mis vacaciones voy a dedicárselas a mi próximo ebook, el cual tratará especialmente sobre alimentación, así como a preparar algunos cambios y ampliaciones en la estructura y la temática del blog.
Antes de anunciarte la más importante de esas ampliaciones, la cual tiene mucho que ver con este “secreto del bienestar y la felicidad”, déjame advertirte algo:
- Recuerda que una de las mejores virtudes y hábitos que puedes adquirir para vivir una vida plena es liberar tu mente, es decir, estar abierto a escuchar, plantearte e incluso experimentarlo todo, absolutamente todo. Jamás conocerás “la verdad” en base a la experiencia, interpretación y percepción de la realidad de otra persona –como un servidor– o grupo de personas –ciencia incluida. Sólo puedes descubrir “la verdad” de una forma: viviéndola. Será tu verdad.
- No voy a pedirte que no tengas miedo. Tener miedo es uno de los comportamientos más naturales que existen. Lo que sí quiero pedirte es que no te dejes vencer por el miedo. En realidad, si liberas tu mente, esto lo vas a tener chupado pero, por si acaso, yo insisto. Voy a empezar a hablar de un tema del que poca gente se atreve a hablar en el contexto de la salud y el bienestar, aunque afortunadamente cada vez somos más. ¿Sobre qué? Sobre espiritualidad. Es aquí justo el momento en el que aparece el miedo, porque probablemente tus creencias y herencias culturales ya te están empujando a pensar en ángeles, demonios, fantasmas, magos, hechiceros, curas, gnomos y hadas del bosque. La espiritualidad de la que voy a hablarte no tiene nada que ver con todo eso, de veras, aunque de todas maneras no está de más recordar que los primeros médicos no eran más que chamanes.
Vaya, con la emoción se me ha escapado el anuncio de esa nueva temática –espiritualidad–, así que entro al trapo directamente.
Alimentación, ejercicio, estilo de vida, gestión del estrés… son todos factores a tener en cuenta. De hecho, si no lo creyera así, podría borrar de un plumazo todo lo que llevo publicado en los últimos tres años y medio. Ni pienso hacerlo ni pienso dejar de escribir sobre ello. Todos estos aspectos forman parte de nuestra vida material, lo que yo también llamo “vida exterior”, que comprende nuestra interacción física con todo lo que nos rodea. Si esta vida existe, si tenemos esa posibilidad de interactuar con el medio –personas, animales y cosas–, será por algo. Así que no vamos a despreciarla, ni mucho menos.
Pero, ¿qué pasa con tu “vida interior”? ¿Cómo te sientes? ¿Cómo te percibes en el mundo? ¿Crees que te conoces? Generalmente, ¿actúas desde la conciencia o desde la inconsciencia? En fin, ¿eres feliz? ¿Te sientes bien contigo mismo y con la realidad que te rodea?
Podría hablar largo y tendido sobre cada una de estas cuestiones –de hecho, ésa es mi intención en los próximos meses–, pero lógicamente un post no da para tanto, así que vayamos directamente a una gran conclusión que me servirá como punto de partida y que resolverá el enigma del título de este post: el verdadero secreto del bienestar y la felicidad.
Lo que comes, lo que te mueves, lo que duermes, lo que te relacionas con los demás, los placeres de los que disfrutas, lo que te expones al sol, etc. te acercan al bienestar y la felicidad, pero no son una garantía. Desde el dominio ecológico, desde que “autoevolucionamos” –como diría Maslow–, manejar y saciar nuestros instintos “animales” no es suficiente. Es mucho, pero no suficiente. Tu vida exterior puede ser perfecta, coherente con tu naturaleza evolutiva, pero hay una parte de nosotros muy nueva evolutivamente hablando. Es la conciencia…
El verdadero secreto del bienestar y la felicidad tiene nombre y apellido: paz interior.
Todo lo demás, todo lo que envuelve y adorna nuestra vida, desde todos esos aspectos físicos que repasaba hasta otros como las emociones, desde el placer hasta el dolor, desde el amor hasta el odio, dependen más de cómo los percibamos, observemos, interpretemos, gestionemos y aceptemos que de cómo realmente sean, si es que existe una sola realidad.
Para todos nosotros, la vida se nos ha presentado como una lucha, como una montaña rusa de placer y sufrimiento, como un lugar donde lo máximo que podemos conseguir es superar a otros o, incluso peor, a nosotros mismos, lo que nos empuja al descontento y la insatisfacción casi permanentes. Por eso padecemos ansiedad, apego, compulsión, síndrome de perfeccionismo, culpabilidad, adicciones y otras tantas muestras de sufrimiento –como las 9 que repasaba hace unas semanas.
En fin, aparentemente todos somos distintos, y de hecho así es en el mundo exterior. En cambio, en nuestro interior todos queremos lo mismo, como insiste el Dalai Lama: estar tranquilos, estar en paz.
¿Cómo se alcanza la paz interior? ¡Ah amigo! No es cosa fácil; hay mucho ruido aquí afuera.
Poco a poco iré compartiendo cómo creo que puedes acercarte. Como te decía, yo no puedo hacer más. Ni soy tú ni la he alcanzado totalmente. Según algunas creencias, ese día experimentas lo mismo que Buda, Mahoma o Jesús. Puedes ponerle el nombre que quieras…
Eso sí, tienes que saber que el cuerpo –y la comida, el ejercicio, la salud física, etc.– se va a quedar en un plano secundario en toda esta historia, haciendo lo que tenga que hacer. Aquí el protagonista, el motor primario, va a ser la mente, una parte de ti que vas a necesitar entrenar mucho –¿sabes manejar tu mente igual de bien que haces tus dominadas?
Y en cuanto a conceptos, si por un lado ya estás muy familiarizado con los HIIT, la cetosis, la insulinorresistencia, el ayuno intermitente y la coherencia evolutiva, por otro lado, si quieres vivir plenamente en paz, debes saber que aspectos como la compasión, el autoconocimiento, la aceptación o la presencia también van a pasar a formar parte de tu día a día.
¡Hablando de presencia! Parece que mucha gente vive en busca de la felicidad y el bienestar, como si estuvieran escondidos en algún sitio. Centrados en sus quehaceres materiales –adelgazar, levantar más peso, correr más, dejar de fumar, etc.–, jamás alcanzan la felicidad plena. Siempre encontrarán algo que les provoque insatisfacción, algo que no aceptar, algo que cambiar. Y aparecerán nuevos objetivos, nuevas metas, nuevos deseos que conseguir algún día del mañana por los que seguir… ¿luchando?
En este sentido, tengo buenas noticias en lo que se refiere a la paz interior.
La paz interior no se alcanza; se percibe y se vive en el presente. Por tanto, la felicidad y el bienestar no llegan cuando te quitas de encima esos kilos de más, rebajas tus marcas, te suben el sueldo o tiras a la basura tu último paquete de tabaco.
La felicidad y el bienestar, a través de la paz interior, puedes vivirlos aquí y ahora.