Revista Comunicación

El verdadero valor de las cosas

Publicado el 15 febrero 2010 por Ksibe

Estamos en época de rebajas y rebajas es sinónimo de descuentos. Según la Organización de Consumidores y Usuarios a diferencia de las promociones, las liquidaciones o los saldos, las rebajas sólo pueden tener lugar a comienzos del año y en el periodo estival, y deben durar, obligatoriamente entre una semana y dos meses. Los productos rebajados no pueden haberse sacado a la venta expresamente para la ocasión, (…) su calidad no puede diferenciarse en nada de la que tenían antes de estar rebajados y deben mostrar su precio original junto al rebajado, o bien el porcentaje en que están rebajados.

Es decir, las rebajas son (o pretenden ser) un incentivo al consumo modificando únicamente el precio probablemente la variable del marketing mix más complicada de ajustar.

El precio representa el valor económico que se otorga al producto o servicio y es uno de los factores que mayor importancia suele adquirir en la decisión de compra. Y ¿qué pasaría si lo elimináramos? ¿Es posible hacer negocios sin que el consumidor tenga que asumir coste económico alguno por lo que recibe?

Chris Anderson el prestigioso escritor y editor en jefe de la revista Wired relata en su último libro, cuyo sugerente título no es otro que Gratis, como se están redefiniendo los clásicos modelos de negocio para hacer posible una oferta de productos gratuitos. Anderson nos explica cómo empresas como Google utilizan las características propias de la economía digital para hacer esto posible, pero también se hace eco de iniciativas del mundo off-line como la de SampleLab una tienda del barrio Harajuku de Tokio donde los clientes consiguen cinco artículos gratis cada vez que la visitan.

En el otro extremo de la balanza, encontramos proyectos como TODO LO DEMÁS ES PRESTADO. Una iniciativa a través de la cual se propone regalar cajas vacías con una expresión de nuestros sentimientos escrita en el exterior. Se trata pues de un concepto de regalo diferente, algo intangible relacionado con aquellas cosas que consideramos verdaderamente importantes. Regalar sentimientos es algo que ya de por sí no tiene precio pero por si esto no fuera suficiente, en esta ocasión el regalo tiene también una componente benéfica. La diferencia entre el coste material y el precio pagado por el cliente se destina íntegramente a la Obra Social del Hospital Sant Joan de Dèu.

Una excelente iniciativa que ha resultado ser un éxito rotundo gracias a la colaboración desinteresada de muchas personas. La idea, cuya puesta en práctica se ha hecho a través de una cadena de favores, se le ocurrió a un publicista de reconocido prestigio internacional que ha decidido mantenerse en el anonimato.

Es evidente que si eliminamos la variable económica, los factores que inciden en la elección cambian pero también es cierto que si sabemos dotar al producto o al servicio de un valor añadido basado en sensaciones, en emociones o en experiencias que el consumidor aprecie positivamente, el valor económico pasa a un segundo plano.

Los ejemplos de servicios y productos gratuitos que nos explica Anderson en su libro y el regalo conceptual por el que alguien está dispuesto a pagar un precio por encima del habitual, son ejemplos que en el siglo XXI la importancia del valor puramente económico de las cosas que adquirimos es cada vez menor, lo que nos debe llevar a reflexionar sobre ¿cuál es el verdadero valor de las cosas?


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