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El verdugo de Dios - Toti Martínez de Lezea

Publicado el 24 septiembre 2010 por Rusta @RustaDevoradora
El verdugo de Dios - Toti Martínez de LezeaEditorial: Maeva
Páginas: 400
ISBN: 9788496748484
Precio: 10€

Argumento

Inicialmente, la acción se sitúa en el norte de Francia, donde son quemados muchos herejes por el inquisidor Robert Lepetit. Entre los quemados, se encuentra la mujer del maestro constructor Geoffroi Bisol. Éste desconocía totalmente las creencias de su mujer y las de todas aquellas personas que vivían a su alrededor, y al encontrarse solo junto a su hija decide marcharse de allí y comenzar una nueva vida en otra parte en la que los recuerdos no duelan tanto. Sin embargo, antes de su partida, una mujer con las mismas creencias que su esposa le dará un misterioso pergamino para que lo guarde y lo mantenga a salvo de malas manos. El destino de Bisol y Alix, su hija, es Navarra, y en su viaje recorren una parte de estas ciudades, la zona por la que muchas personas siguen el Camino de Santiago, que es una tradición que aparece en el libro.

En un pueblo montañés navarro viven los Bozat: tres hermanos, los dos hijos de uno de ellos, y la tía de éstos. Son leñadores, y se dedican a tareas relacionadas con esto. Son considerados agotes, algo así como otro tipo de herejes, no acuden a la iglesia y no creen en los mandamientos religiosos de Roma, por lo que la gente de la ciudad los desprecia y tienen que vivir apartados. El hijo pequeño, Eder, es distinto a los otros cuatro hombres: no tiene suficiente físico para dedicarse a cortar árboles, pero por el contrario muestra una gran habilidad para la artesanía y la escultura de pequeños objetos. Los caminos de Bisol y los Bozat se cruzan enseguida, y el arte de Eder sorprende tanto al maestro que lo convierte en su aprendiz y de este modo lo aleja de su familia y de la vida que le habría tocado vivir.

Pero no todo será perfecto en Navarra: mientras viajan por las ciudades se encuentran una y otra vez con un misterioso predicador que condena a los no creyentes de la iglesia católica mientras hace el Camino de Santiago. Ese predicador no es otro que el inquisidor Robert Lepetit, y tanto él como Bisol se reconocerán. Bisol odia a este personaje porque mató a su mujer, y el inquisidor odia al maestro por otros motivos que ahora no revelaré. En cierto momento, la persecución llevada a cabo por Robert pondrá en peligro a nuestros protagonistas.

Por otra parte, hay una relación amorosa que tiene bastante peso en el texto a pesar de tratarse de una novela histórica. Desde el principio, y a pesar de la diferencia de edad, se ve muy claro que entre Alix y Eder habrá algo. Al principio ella es una niña y él apenas ha cumplido los quince años, por lo que esta historia queda aparcada durante muchas páginas. Cuando se retoma, las cosas no son tan fáciles como pensé: se meterá mucha gente por el medio, se distanciarán, sucederán muchas cosas que lo cambiarán todo… En definitiva, que aunque desde el principio salte a la vista que habrá algo, el desarrollo de esta historia no es ni mucho menos previsible.

Ambientación histórica

La acción de la novela se sitúa en varias ciudades francesas: Vertus, Montségur, París, etc.; y sobre todo en ciudades y pueblos navarros: Pamplona, Gares, San Esteban, Xuhitoa, etc. Todo en el siglo XIII. En este caso, creo que el libro refleja muy bien la forma de vida y tradiciones de las personas de la época.

Como tema histórico, desde mi punto de vista en la novela se trata principalmente el tema de los herejes y la Inquisición. No sé hasta qué punto la obra es rigurosa con lo que ocurrió en la realidad, pero yo siempre digo lo mismo: cuando leo, ante todo busco entretenerme y pasar un buen rato. Si quiero aprender algo, me voy a los libros de texto y no a las novelas. Si una novela te enseña algo, no está de más, pero para mí no es lo principal.

Entre las cosas que he aprendido con esta novela, lo que me ha resultado más curioso es que hay varios tipos de herejes. No acabo de tener muy claro en qué se diferencian todos ellos, pero tienen en común que no creen en la iglesia de Roma, son perseguidos por la Inquisición y a menudo rechazados por el resto de ciudadanos. Recuerdo ahora mismo el ejemplo de los agotes, Eder y su familia, que creen en la Madre Naturaleza, no se les permite tener propiedades y no acuden a la iglesia. También están los llamados buenos creyentes (cátaros), como la mujer de Bisol y otros personajes que aparecen, que tampoco creen en la iglesia pero no faltan a la cita de cada domingo. No sé hasta qué punto las creencias de estos grupos se reflejan correctamente en el texto, pero el concepto de "diferentes tipos de herejes" se me ha quedado y ya es algo positivo que saco de la novela, porque no había leído ningún libro que tuviera este tema como principal.

También aparecen los caballeros templarios, pero os pido que no prejuzguéis este libro por todo lo que se publicó sobre estos personajes tras el boom de Dan Brown, porque aquí aparecen de manera secundaria y la historia de esta novela no tiene nada que ver con los thrillers pseudohistóricos.

Mi opinión

La novela me ha gustado mucho. El tema principal, la persecución de los herejes por parte del inquisidor, me ha parecido muy interesante, y el hecho de conocer la vida de la época de estas personas siempre resulta muy atractivo. Además, el libro da varios giros argumentales y renueva a algunos de sus personajes, de manera que no llegas a aburrirte porque siempre siguen pasando cosas. La autora sabe ir alternando todas las historias para engancharte más: algunos fragmentos dedicados al inquisidor, otros a Eder, otros a Alix… Es un libro que se lee muy bien, no tiene una prosa simple pero se entiende sin problemas, y alterna muy bien los párrafos de descripción con el diálogo. Las descripciones me han ayudado mucho a situarme y a conocer un poco más del siglo XIII; los diálogos creo que reflejan muy bien el pensamiento y la posición de cada personaje.

A pesar de este buen sabor de boca que me ha dejado, tengo que reconocer que al principio me costó un poco engancharme al libro, aunque no sabría explicar el porqué. La parte en que empezó a ser más interesante fue cuando se recupera al personaje de Alix, la hija del maestro Bisol, puesto que durante su infancia no había tenido un papel importante en la novela. A partir de ese punto me enganchó más, probablemente porque tenía ganas de saber cómo seguiría su relación con Eder, pero también porque este personaje representaba un poco de aire fresco en medio de tantos personajes masculinos y estaba segura que aportaría bastante a la novela. Su historia con Eder no sólo no me decepcionó, sino que me sorprendió muchísimo el giro que dan los acontecimientos. Ahí la autora estuvo bien, supo darle algo de misterio y emoción a una historia que parecía típica y previsible. En concreto, cuando aparece cierto personaje que acaba en casa de uno de ellos dos la trama me pareció buenísima. De todas formas, esta relación amorosa siempre tiene un papel secundario en la novela, lo primero es el inquisidor y la huida de Bisol y Eder.

En general, a todos los personajes buenos de la novela se les acaba cogiendo cariño, pero hay unos en especial que me parecieron entrañables desde el principio: los Bozat, aquellos hombretones que vivían en la montaña, apartados de la sociedad por sus creencias pero aun así felices por lo que hacen y agradables con todo el mundo. El único de ellos que llega a ser protagonista es Eder, el pequeño, pero no me habría importado leer otra novela con esta familia al completo como protagonistas. Me parecen personajes muy carismáticos, desde su primera aparición me llamaron la atención. Hay mucho amor entre ellos, y a pesar de haberse dedicado todos a lo mismo desde hace generaciones, el padre de Eder no tuvo ningún problema en aceptar que la vocación de su hijo pequeño era otra. Para mí esta familia son unos personajes que, a pesar de ser secundarios la mayoría, hacen que esta novela sea mejor.

Hay una escena que me encantó. Bueno, realmente hay más de una de ese estilo, pero esta en concreto fue la que más me llegó. Es entre dos personajes no creyentes de la religión católica, pero que pertenecen a dos clases de herejes distintas. Los dos huyen del inquisidor, pero en un momento uno se dirige despectivamente al otro diciéndole lo que es, que es un tipo de hereje que considera inferior. Ni qué decir que el otro se enfada por el ataque y se distancian. Me gustó mucho que se reflejara que incluso entre personas que están en la misma situación pueden surgir ataques precisamente por aquello que les hace iguales. No sé, aunque es triste lo veo curioso, es algo más que he aprendido con este libro.

Otra curiosidadque me pareció que estaba bien pensada es el tipo de vida que lleva el inquisidor en Navarra. Se deja el pelo y la barba como Jesucristo, viste una túnica y se hace acompañar por doce hombres pobres que encuentra por el camino, simulando a Jesús con los doce apóstoles. Con este aspecto de nuevo elegido predica por las ciudades y logra que la gente quede impactada por su aspecto y se quede escuchándolo atenta. A pesar de ser el malo de la novela, el inquisidor me parece uno de los mejores personajes. No únicamente por lo que he contado, sino por la historia de su pasado. No voy a contarla aquí, pero no siempre fue un religioso tan riguroso y sin escrúpulos.

El final me ha parecido precioso, me ha encantado. Es justo como yo quería que terminara, pero he tenido dudas hasta la última página, así que no se le puede calificar de previsible. Otra historia queda abierta, y ya da a entender en qué se centrará la segunda parte del libro (El Jardín de la Oca).

La novela también tiene algunos puntos que me han parecido más flojos y es por ellos que no le puedo dar más nota. Para empezar, en las primeras páginas me he liado un poco. En ocasiones se hablaba del inquisidor y no sabía si se refería a su pasado antes de llegar a Francia o a su vida antes de llegar a Navarra. Ahí me sentí un poco perdida, por eso me sorprendió lo que ocurría en el siguiente capítulo. Por otra parte, en cierto momento aparecen unos personajes nuevos que van a cumplir una misión. Aquí no sé si es que me lié o me imaginé algo extraordinario, pero cuando se resuelve esta historia secundaria también me quedé pensando un rato si realmente hablaba de los mismos personajes. De todas formas, en los dos casos se trata de aspectos poco importantes en el conjunto de la novela, y he podido seguir bien la historia a pesar de estos dos líos que tuve al principio. Son dos cosas que después no tienen mayores consecuencias.

Sobre los personajes, a pesar de que se les acaba cogiendo cariño a la mayoría y los Bozat me parecen entrañables, tengo que decir que por lo general me parecen bastante simples en su caracterización. Tienen su evolución, eso sí, pero fallan en su extremismo, y esto es algo que ya he observado en muchos libros de Toti. Los personajes son buenos o malos, parece que no hay término medio. La única que está entre lo bueno y lo malo es Alix, pero como no llega a ser la protagonista importa menos.

Antes he comentado una escena que me gustó mucho, y ahora le toca el turno a otra que me pareció justo lo contrario. No es que no me gustara, es que me pareció falsa en extremo: en cierto momento, uno de los protagonistas le cuenta toda la historia y los secretos del pergamino a un personaje que acaba de conocer. Da igual si ese personaje acaba resultando bueno, yo no me creo que algo que se han esmerado tanto en esconder se dé a conocer al primero que pasa.
En definitiva, sin ser un libro perfecto, El verdugo de Dios es una novela histórica muy amena y didáctica que me ha hecho disfrutar mucho. De esta autora me quedo con La herbolera, Los hijos de Ogaiz y La calle de la judería, pero esta novela también es muy recomendable.
Mi valoración: 7,5/10

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