Su creación se debe al deseo de Jane Percy, duquesa de Northumberland, quien dijo:
Me pregunté por qué había tantos jardines por el mundo centrados en el poder curativo de las plantas en vez de su habilidad para matar...Sentí que la mayoría de niños que conocía estarían más interesados en oír como mata una planta, cuánto tardaría en matarte y cuán espantosa y dolorosa sería la muerte.
En 1995, cuando Jane Percy adquirió el cargo de duquesa de Northumberland tras la inesperada muerte por sobredosis de anfetaminas de su cuñado, los jardines no tenían más que filas de árboles de Navidad. Al año siguiente contrató a Jacques Wirtz, paisajista que trabajó en el palacio de las Tullerías y los jardines del palacio del Elíseo, para reinventar el jardín.
Aunque inicialmente quería hacer un jardín con plantas medicinales, una visita al jardín botánico de Padua, donde habitan tanto plantas medicinales como venenosas, le hizo cambiar de idea. Su visita al mayor hospital medieval de Escocia, donde aprendió sobre el uso de esponjas empapadas en opio, beleño y cicuta para anestesiar en las amputaciones del siglo XV.
Las 100 plantas venenosas solo tienen un requisito para ser cultivadas allí: tener una historia interesante. Por ejemplo, las trompetas de ángel (Brugmansia) son un fantástico afrodisiaco que termina matándote, cuyo polen era usado en el té por las damas victorianas para proporcionar un efecto similar al LSD. Además proporciona una muerte indolora.
En la actualidad, el jardín tiene 5.6 hectáreas y más de medio millón de visitantes anuales a quienes se les advierte que no deben oler, tocar ni probar ninguna planta. El proyecto le ha dado a la duquesa tanto admiradores como detractores, debido al re-diseño de los jardines del siglo XIX y el elevado presupuesto a partir de fondos públicos y donaciones privadas.
Fuente:Alnwick garden, Smithsonianmag, NYtimes