«Seis horas en la periferia metropolitana de Madrid», el viaje organizado por el Club de Debates Urbanos de Madrid en marzo de 2012, es, antes que un tour crítico por un espacio que se escapa entre las manos y los ojos habituados a la trama urbana, un recorrido de aprendizaje y reconocimiento por la nueva ciudad-territorio.
En las sucesivas coronas que envuelven la ciudad central, se desarrollan profundos cambios en las relaciones entre procesos y agentes transformadores de la ciudad, que reutilizan con nuevos fines el crecimiento, la función y la forma. Aquí van algunas reflexiones sueltas sobre la ciudad y el urbanismo contemporáneos que surgen a raíz de aquel peregrinaje por la periferia madrileña.
1.- Hay más periferia en el interior de la M30/Calle 30 que en su exterior, donde, si no existe un centro en el que cada día se representan las decisiones sobre nuestro horizonte político y económico, sí están presentes las más grandes dinámicas de modificación de las formas de vida y la ciudad. Fuera y dentro son lugares que se identifican en función de la posición del observador.
Estas dinámicas son veloces, intensas, aceleradas, de gran escala. Después del safari en autobús, el descanso peatonal y melancólico en el bulevar de la Villa de Vallecas (Paseo de Federico García Lorca) debería hacernos reflexionar sobre el tiempo que es necesario para formar y reformar la ciudad, y por tanto para la propia crítica sobre lo nuevo: ni el bulevar de la Villa ha sido siempre este lugar, ni la gran Avenida del Ensanche de Vallecas, que tiene todavía más de PAU que de Ensanche, se mantendrá en este estado.
2.- En el recorrido surgió el recuerdo de Solá Morales y la interpretación de las formas del crecimiento de la ciudad a partir de la combinación de la operaciones parcelación + urbanización + edificación (P+U+E). Lo que vimos a lo largo del viaje, y especialmente en el PAU de Vallecas, la Cañada o Cobo Calleja, son distintas formas de utilización y construcción del territorio metropolitano, que pueden ser interpretadas con una revisión de los procesos P+U+E y el papel de los agentes que intervienen en el crecimiento.
La ciudad se construye ahora con la suma de agentes que podríamos ordenar como agentes de creación de la ciudad («conceptualizadores», siendo generosos), agentes de producción y agentes de ocupación, que utilizan el territorio urbano y periférico con distintos fines y en distintas etapas: residentes, industriales (productores de actividades económicas en general, incluyendo terciario, turismo, etc.), inmobiliarios, políticos, agentes sociales, profesionales, responsables medioambientales, gestores del marketing urbano, etc.
Actualmente el territorio es utilizado por estos agentes, más que construido. Se utiliza para residir, producir, consumir, proteger, pero también para promover, edificar, financiar, traficar; si los procesos de relación con el medio se han legalizado y homologado[1], los intereses de especulación clásicos se han complejizado y magnificado. Necesitamos, en este momento de caída libre económica y parada generalizada de la actividad urbanizadora, revisar cual es el origen de los fenómenos de extensión recientes: gran parte de la ciudad vista en el viaje a la periferia no crece por impulso propio, sino obligada por motivos externos a su funcionamiento, con grandes escalas, agresivos planes y forzados programas que conllevan graves efectos secundarios a corto y largo plazo.
3.- La ciudad tradicional ha asumido, en el mejor de los casos, los procesos P+U+E para llegar a un fin, equilibrando el peso de cada uno de ellos en función del objetivo y los medios disponibles. Es el objetivo —dar vivienda, crear un espacio para la producción industrial, incluso la creación de un espacio político-público representativo, etc.— y la magnitud del cambio en el soporte de partida el que debería articular la relación entre los procesos.
Las ciudades desequilibradas clásicas tienden hacia uno de los factores y ese procedimiento parcial es utilizado, por los distintos agentes, para un beneficio concreto. La construcción de Cobo Calleja y La Cañada, sectores rotos de nuestra ciudad, ha sido primero utilizada con fines especulativos o marginales, reabsorbidas en la trama metropolitana por la administración o nuevos pobladores, o definitivamente desequilibradas aún con más gravedad por conflictos como el narcotráfico.
Mucho más allá del problema urbanístico de la edificación sin urbanización o la ocupación ilegal de la parcelación, el orden del proceso U+P+E, es la función reservada a estos espacios la que distorsiona, con distintos riesgos, la relación de su tejido urbano y social con el entorno. Y el abandono de las obligaciones de la administración pública (ordenación, control y mantenimiento) en la periferia es una forma de reserva de función estratégica, tan útil como es recoger a los extracomunitarios (en todos los sentidos, y de nuevo residentes, productores, etc.) sin grandes cargas urbanísticas.
4.- Es difícil, en el «primer mundo», y dentro de la legalidad, romper el equilibrio P+U+E… Y sin embargo, los procesos de crecimiento de la ciudad están plenamente sometidos ya a un proceso de sobreutilización y sobreexplotación del territorio metropolitano que, claramente, lo hace. Actualmente, los actores y el orden de magnitud han cambiado y tenemos que encontrar nuevas formas de interpretación.
Lo que vimos en el Ensanche de Vallecas es una hipertrofia de los factores relacionados con el gasto, que no con la inversión; es decir, con el papel más que preponderante de los agentes de producción:
¿Para qué todo este cambio? Para convertir el urbanismo en un proceso de enriquecimiento por etapas, que desvincula la transformación urbanística del suelo de la urbanización y de la realidad de la demanda final. No importa que no haya mercado de vivienda, industria o terciario suficiente, como no importa que no haya pasajeros para los trenes o aviones ni ociosos para los parques temáticos, siempre que haya, para los grandes inversores, suficientes vías de salida en el recorrido hacia la ruina. El hilo conductor es el crédito hipotecario, que como estamos viendo en la actualidad, ha trasladado el riesgo y la pérdida, finalmente, a la sociedad.
- La escala del elemento de partida, el suelo / parcelación, incrementando las posibilidades de ganancia en el primer paso del proceso para el propietario de suelo rústico, quién puede desligarse así del resto de las actuaciones y de su interés real.
- El coste de la urbanización, que suma, al tamaño, un modelo de ordenación con grandes y costosas infraestructuras.
- La producción de edificación, con un número tan elevado de viviendas que solo tiene sentido si se genera una nueva clase de compradores reconvertidos en pequeños inversores y especuladores.
El urbanismo como sistema intelectual para la creación y regeneración de la ciudad ha quedado tan sobreexpuesto a los agentes económicos y políticos que ya solo genera desconfianza y melancolía.
Fernando Fernández es arquitecto-urbanista, socio de AUIA, profesor asociado de urbanismo en la ETSA de Madrid y secretario del Club de Debate Urbanos de Madrid.
Créditos de las imágenes:
Imagen 1: PAU de Vallecas (fuente: Cristina Cañedo-Argüelles). Imagen 2: El viaje a la construcción de la superperiferia (fuente: Fenando Fernández Alonso).
Imagen 3: Poligono de Cobo Calleja en Fuenlabrada ( fuente: Cristina Cañedo-Argüelles).
[1]Propongo un viaje a los espacios protegidos por la legislación ambiental, contrastando lo natural-natural con lo natural-antrópico y su estado de conservación.