Revista Cine

El viaje de Arlo. El dinosaurio intrépido.

Publicado el 25 noviembre 2015 por Criticasen8mm @Criticasen8mm
El viaje de Arlo. El dinosaurio intrépido.Título original:
The Good Dinosaur
Año:
2015
Fecha de estreno:
27 de Noviembre de 2015
Duración:
100 min
País:
Estados Unidos
Director:
Peter Sohn
Reparto:
Animación
Distribuidora:
Disney
En un año en el que Pixar nos ha introducido en una extraordinaria montaña rusa de emociones como lo fue Del revés (Inside Out), el estreno de otra producción original ha quedado algo encubierto al no contar con una ambición conceptual tan elevada como el filme de Pete Docter y Jonas Rivera. Pero eso no significa que haya que despreciar el nuevo esfuerzo del estudio por introducirnos en una aventura imprevisible y encantadora, haciéndose una vez más dueños de nuestras emociones a pesar de emplear una estructura narrativa más convencional de lo habitual. El viaje de Arlo ha superado la gran cantidad de obstáculos que se le cruzaron por el camino durante su longeva y complicada producción, y la película que finalmente ha llegado a las pantallas tiene aquello que hace que sea una película de Pixar: personalidad propia. Han alcanzado esa meta, ya que El viaje de Arlo exhala frescura y originalidad, aunque la sombra de Riley y Alegría seguramente provocará que no reciba la atención que merece.
El viaje de Arlo. El dinosaurio intrépido.
Procediendo de un estudio con más pretensiones artísticas y narrativas que financieras, no es ninguna sorpresa que hayan luchado hasta el final para ofrecer el mejor resultado posible, mientras que otros habrían metido la tijera y la partitura forzada para llegar a tiempo al estreno. Pero también es cierto que su denominación de origen también ejerce presión sobre ella, ya que la marca Pixar lleva asociada una calidad implícita más elevada que la de sus competidores. Por lo tanto, cada uno de sus estrenos está sometido a un escrutinio igual de elevado, y casi siempre cumplen –dejemos Cars aparcada en el sótano- con esas críticas miradas que se ablandan ante la pantalla de cine. El viaje de Arlo no está a la altura de títulos consolidados como Toy Story o Monstruos S.A., ya que no construye o aporta tantos elementos novedosos al prolífico imaginario de Pixar como aquellas, pero sí que tiene un espíritu emocional tan humano y puro como cualquiera de sus compañeras de casa.
Lo que hace que El viaje de Arlo no llegue a ese fascinante nivel narrativo con el que Pixar nos ha maravillado en repetidas ocasiones es su arco narrativo más ordinario. Pero se hace fuerte dentro de esa elección, ya que parte de una idea sencilla sobre la que va elaborando unos personajes que crecen tanto en la pantalla como en la mente del espectador. La relación entre Arlo y su “mascota” humana Spot es la columna vertebral de la cinta, reflexionando sobre la madurez (y el descubrimiento de uno mismo que eso supone), la pérdida, la amistad y la tolerancia. Al igual que sucedía en Del revés (Inside Out), no nos encontramos con un antagonista al uso, quitando secundarios que se enfrentan a los objetivos de Arlo, por lo que todo se centra en la aventura externa e interna del apatosaurio, en primera instancia aterrado por el mundo que le rodea, y más adelante integrado en una naturaleza que es un personaje más dentro de la película. La animación hiperrealista hace eso posible, de manera que llega a parecer que han rodado en exteriores y después han añadido a los personajes por ordenador. El agua, las hojas, el vuelo de las aves, la plantación de maíz… hacen que, aunque se mire fijamente, sea complicado discernir si es real o no. Dentro de esa naturaleza increíblemente lograda habitan personajes extravagantes al estilo de El libro de la selva, que consiguen que la monotonía no aceche en ningún momento, ya que saltamos de un paseo psicotrópico al western en una travesía que ilumina nuestra mirada sin darnos cuenta.
El viaje de Arlo. El dinosaurio intrépido.
Ahí radica el éxito de Pixar, en trasladarnos a apasionantes mundos sin perder de vista que su diana está emplazada en el epicentro de nuestras emociones. Con El viaje de Arlo logran una vez más atinar y superarse en ciertos campos, llevando la animación a un nuevo estándar, y sobre todo triunfan al coger a nuestras emociones del brazo y hacer con ellas lo que les place, pero solo como Pixar sabe, sin parecer que están jugando con ellas.
7,5/10

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