La portada es una boca- puerta al infierno.
Escritor: Arzobispo Benedeit
Esta semana traigo un libro con un significado muy especial: por una parte se trata de una joyita medieval, y por otra parte es un libro que me han regalado por sorpresa. No es un regalo cualquiera, es de esos, en la que lo da, lo hace pensando en la que lo recibe. No hay mejor regalo. Gracias. Así que, a ti, “que todo lo sabes”, te dedico este libro de viajes que has hecho tan especial. Y es que ¡sabes cómo acertar!:
Parece ser que hubo una época, en el siglo VI, en la que de Irlanda muchos monjes cristianos abandonaron su patria teniendo que recorrer otros mundos, ya fuera por haber sido expulsados, o por otras razones. Probablemente de ese espíritu viajero, surgió el piadoso San Brandán, que tras renunciar a su principesca cuna y a sus riquezas “por otros bienes más verdaderos”, decidió convertirse en monje. Brandan, es ahora abad, pero es presa de un sólido deseo, un deseo que le va a hacer abandonar el monasterio y realizar un largo viaje: quiere encontrar el Paraíso de Adán, así como ver, aunque en este caso con un poco más de distancia, Los Infiernos.
Pudiera parecer un viaje imposible, pero no, ya veréis, fue en el siglo XII, cuando el arzobispo Benedeit, para dejar constancia de tan extraordinario acontecimiento, compuso este precioso y breve texto, que nos cuenta tan emocionante aventura.
Nos cuenta cómo Brandán se embarca con 14 hermanos del monasterio. Siete años les costará llegar a cumplir tan importante y transcendental objetivo. Juntos como si fuesen uno sólo y representando a su comunidad monástica, comparten un mismo destino. Y para variar un poco y mostrar que hay más destinos, consecuencia de otras posibles acciones, el escritor permite unirse al grupo a tres advenedizos, que serán los que nos enseñen esos otros posibles destinos. Ya les advierte Brandán, “que todo lo sabe”, de las tentaciones en las que caerán.
En este duro viaje de recorrido circular, Brandán como un Ulises pero en una tradición cristiana, y con no más herramienta que su fe y la ayuda de Dios, encontrará en su camino: castillos; otros monasterios; ermitaños; ángeles caídos; riquezas tentadoras y que no se me olvide: incluso al mismísimo Judas, en una época en que, de verdad, en estos mares habitaban criaturas extraordinarias dignas de estar representadas en los mejores libros-bestiarios, de esos que solo encontraremos en determinadas bibliotecas: grifos, serpientes, dragones, diablos, brumas misteriosas, islas-peces gigantes, y muchas cosas más de inspiración mitológica diversa, entre las que me apetece mucho destacar, la bíblica, celta, persa (y árabe) de tradición sufí.
Notas:
- El viaje circular ayuda a cumplir con los ritos cristianos de la Pascua, Navidades, etc.
- La isla de los pájaros, donde unos pájaros de extraordinaria belleza se posan con elegancia en las ramas del árbol, no son más que los ángeles caídos, que aunque hayan sido desterrados, gozan de cierta “gracia divina”, al no ser su error culpa de ellos, ya que cumpliendo con el voto de obediencia, Lucifer era un ángel al que debían seguir.
- Referencia a los cuentos sufíes, cuando en el detallado prólogo dice: “como en los cuentos sufíes, el protagonista se aleja de los falsos bienes del “siglo”. "El mundo real es el otro, mientras que el nuestro es donde habita el hombre exiliado, donde sólo quedan prendas que garantizan al viajero la verdad de su recorrido” “Cuando el héroe despierta de su suelo, al viajero sólo le queda volver a zarpar hacia la muerte, porque ya se ha producido la inversión de valores: el mundo real es falso y el verdadero es el reino divino”