Revista Cine
El viaje más largoentretiene pobremente, sin ser capaz de dar gusto a aquellos que busquen “algo más” de una película (incluso siendo romántica, que también las hay buenas), salvándose apenas una fotografía en ocasiones embriagadora, pero no estirada lo suficiente (y gracias a Dios), porque habría resultado un film demasiado desconcertante de haberse recreado en otras cuestiones alejadas de la historia. Que por cierto es pobre, previsible y de personajes huecos interrelacionados de manera poco creíble (con breves momentos de salvedad), en un marco histórico demasiado perfecto a pesar de intentar recrear unas situaciones supuestamente dramáticas.
El tráiler de El viaje más largo nos introduce a dos individuos alejados social, intelectual y emocionalmente, que mediante el nexo de un elemento propiciatorio de eternos flash backs (el abuelo), descubrirán que deberían mirarse a los ojos y dejarse llevar. Y eso es exactamente lo mismo que ofrece la película, porque en este, como en tantos otros casos, con el tráiler, basta. La cinta no ofrece grandes incentivos al público susceptible de gastar dinero y buscar ser sorprendido, ya que es fácil.
Fácil es la historia; antigua y repetida, si bien, maquillada para parecer diferente y moderna; pero a poco atento que esté uno, se percatará de que todo era un engaño, y lo que ha visto (o lo que va a ver) no es o será nada nuevo bajo el sol.
Vaya, que así pintado parece que es un montón de basura filmado durante algo más de dos horas y expuesto en los cines. Y siendo crueles, así es. Es una película simple, previsible, superficial y alejada de todo tipo de sorpresas, que a quien le gusten los dramas románticos, puede llegar a gustar, y a quién no, y jamás haya visto un drama romántico, puede llegar a entretener.
Siendo parciales y subjetivos es una película perfecta. Perfecta para un sábado después de comer en Antena 3, me refiero. Muy fan hay que ser de este género y de la falta de originalidad para ir a verla al cine. Ya ni hablamos de los sofocantes flash backs, que hacen al espectador dudar de si está viendo una película pobre ambientada en la actualidad, o una película pobre ambientada en los años 40/50.
A destacar: cuando el protagonista, vestido de cowboy, va a buscar a la chica a la universidad, y cruza el campus consultando continuamente el móvil. Esto me pareció simplemente hilarante porque, ¿a quién no le ha pasado eso alguna vez?
Por un segundo pensé que la película no resultaría tan típica, pero se me quitó esa idea de la cabeza en seguida.
En una frase: con el tráiler, basta.
Gonzalo Isidro