Revista Cine

El viejo jefe Cabeza de Madera

Publicado el 28 diciembre 2018 por Alma De Frontera @almadefrontera

Hay historietas que se graban en la memoria y ya pueden pasar treinta años que ahí permanecen, latentes, a la espera de volver a ser leídas, vistas o escuchadas, para revivir entonces las sensaciones que alguna vez nos imprimieron, comprender que su recuerdo no era sino el reflejo de un tiempo distinto, o tal vez observarlas bajo una nueva mirada.
Algo así sucede con la primera de las historias que componen la película "Creepshow 2", un episodio de venganza con cuño espiritual indígena, ambientada en un poblado en declive llamado Río Muerto. Allí, un matrimonio de ancianos tenderos, celosos de un pasado que atañe a toda la comunidad, conocerá las dos caras de una convivencia difícil.
El viejo jefe Cabeza de Madera
Más allá de la dimensión sobrenatural del tebeo, en una primera ocasión me impresionaron las contradicciones del personaje del joven Luna Blanca, pero he aquí que, decenios más tarde su revisión me lleva a poner el foco en la ternura de estos ancianos debatiéndose en abandonar el General Store local que regentan. Paradojas de la madurez, sin duda.
Sobre unos primeros compases de guión realmente certeros, el conocido George Kennedy está espectacular como el comerciante Ray Spruce. También geniales la actriz Dorothy Lamour en el papel de su esposa y el actor Frank Salsedo interpretando al jefe indio local. El resto de interpretaciones no son muy relevantes pero rinden al episodio.
A destacar el doblaje en la versión española, principalmente por el personaje del jefe Benjamín Luna Blanca, con una voz de doblaje muy reconocible y entrañable de la televisión de 1980. El video que se reproduce, en exclusiva del episodio primero de "Creepshow 2", es la versión en español hispano con mejor calidad de imagen disponible.
Tradición, bondad, respeto, espiritualidad... El momento viene cargado de buenas intenciones, aunque "las buenas intenciones arruinaran este país" o se las lleve el viento en una mañana polvorienta, como en la que el viejo Ray saca brillo al guerrero indio tallado en madera que preside su local. ¡Ahko ehne!


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