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El viento sopla de popa

Publicado el 07 junio 2010 por ArÍstides

EL VIENTO SOPLA DE POPA
EL VIENTO SOPLA DE POPA

NO TE DES PRISA POR ADQUIRIR NUEVOS AMIGOS, NI MENOS EN DEJAR LOS QUE TENGAS Solón de Atenas

El Sol sandrá a las 5,55 h. y se pondrá 18,02 h.

Hay días en los que uno llega derrotado de tanta refriega. Y es que cuando la armada fue alcanzada por la galerna, los reunidos en el castillo de popa, decidimos capear el temporal aligerando la carga poco rentable y poniendo a la marinería a limpiar pañoles, aderezar vergas y sanear los palos mayores. Esto lo hicimos en alta mar, mientras las olas ceñían de costado y el capitán, bien plantado en el castillo, ordenaba a los carpinteros reparar las vías de agua que entraban por las cuadernas.

Desde entonces, el barco se ha calafatedo e introducido estopa y brea en aberturas y tras fachear en ocasiones y navegar de bolina en otras, parece que hemos cogido la ola buena. Llevamos unas singladuras en las que el viento sopla por la aleta de popa y nos coge con todas las velas largadas.

En la actualidad navegamos aproados, con arboladura nueva, el casco bien pintado y con la santabárbara repleta de polvora. Viajamos con provisiones frescas, el agua limpia, y tras un año en el que parecimos una carraca, ahora cortamos el agua con la rapidez de un cúter y con las portas bien abiertas dispuestas para el combate. A pesar de todo, seguimos mirando de reojo los despachos que nos llegan de un almirantazgo incompetente que nos habla de desdichas y del estado calamitoso del resto de la escuadra. Pero cabe decir que este navío navega y lo hace bien; mirando a otros mares hacia los que levantamos el ocico pensando en nuevos negocios.

Lo cierto es que cansa tanto trajín y este contramaestre cuando llega a su cabina se siente cansado y sin ganas de rubricar su bitácora. Es algo para lo que durante este año de desventuras ha tenido tiempo e ilusión mientras apañábamos aparejos nuevos y lastrábamos el fondo del barco para darle estabilidad. Es momento de volver al combés y desde allí ordenar ciadas, recoger velas o bajar a los sollados a revisar la carga. Y es allí, apoyado en la batayola, desde donde espero poner un espejo al sol para saludar a quienes hicieron lo mismo y se rehacen a la mar.

Nota: soy hijo de pueblo costero y es la mejor forma que encuentro para expresar que, en mi lugar de trabajo, estamos remontado la crisis económica.


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