Revista Opinión

El virus de la manipulación

Publicado el 13 abril 2020 por Santamambisa1
El virus de la manipulación

No sé si será por aquello que más sabe el diablo por viejo… pero lo cierto es que, cuando a tres años de existencia nuestra Escuela aún rodaba por toda la Colina Universitaria en busca de un local prestado donde sesionar, mis primeros e inolvidables profesores de periodismo (por lo general de los mejores profesionales en activo de su época) siempre nos indicaron con especial celo lo indispensable de intentar acercarnos a la objetividad, porque “nada se parece más a la vida que la vida misma”.

Ellos nos insistían en consultar sin prejuicio, pero con infaltables detenimiento y ojo avizor, todas y cada una de las fuentes posibles; contrastar los diversos acercamientos a la información y las aristas que resaltaban unos y otros medios sobre un asunto; y reparar en las construcciones de frases y conceptos y en las diferentes maneras de presentar y proyectar los mensajes y las ideas. En pocas palabras, a saber andar por el campo minado.

Faltaban casi dos decenios para sentarnos por primera vez ante una computadora y ver al menos de lejos un teléfono inalámbrico o una grabadora digital, y el doble de ese tiempo para llegar a la TV de alta definición y los 4G y 5G en la telefonía móvil, pero los tramposos y las trampas no cambiaron en nada, solo que ahora tienen una mayor y más amplia base tecnológica, una masividad desconcertante, e infinidad de recursos para timonear a su favor la ingenuidad, la ignorancia, o la mala intención de muchísima gente.

Los nazis, por ejemplo, embobecieron a toda una nación con sus repetitivos cantos supremacistas hasta provocar la guerra más destructiva en la historia de la civilización a cuenta de “revindicar” a la titulada raza aria.

A base de insidiosos barrajes, omisiones intencionadas y discursos de dolosos laboratorios hegemonistas, se erigieron y erigen las tramoyas idealizadoras del régimen imperial, y se demonizaron y demonizan las ideas y proyectos revolucionarios.

Se justificaron y justifican además bloqueos, injerencias, agresiones y crímenes de lesa humanidad en todo el convulso devenir de nuestra especie, y se alentaron y alientan las peores percepciones y sentimientos en individuos y colectividades enteras.

Una “ofensiva permanente” que, con los avances comunicacionales de hoy, suma a los menguados con auto pretendida “agudeza innata” listos a absorber todo lo que se dice del otro lado sin reparar en cuánto de maléfico se pueda esconder detrás, y que llegan como moscones a la llama para hacer coro, incluso inconsciente, a los otros que actúan con toda premeditada vileza.

Mecanismos que en tiempos de la Covid-19, por ejemplo, se usan para envolver y trastocar, con fines políticos exclusivistas, las crudas verdades de gobernantes de naciones opulentas que perdieron miserablemente el tiempo en sus embrollos y desmanes internos y externos, aún avisados con tiempo de que se avecinaba una pandemia de dimensiones descomunales que hoy se ceba en sus propios conciudadanos.

Métodos que, por demás, intentan sembrar la incertidumbre y la incredulidad frente a la actuación exitosa y solidaria del primer colectivo humano víctima de la pandemia, clavando el mito de que fue el propulsor del mal, altera a la baja sus cifras de contagiados y muertos, y hoy lucra con los abastecimientos médicos que envía a otras naciones necesitadas.

Y todo porque se trata del gigante geográfico y poblacional que en unos pocos decenios de eficiente desarrollo económico y social va dejando atrás a la potencia capitalista que ha requerido dos siglos y cuarenta y cuatro años de despojo territorial y agresiva expansión externa para llegar a estas fechas como un proyecto usurpador y excluyente por antonomasia.

Como se arremete además contra todos aquellos que en cualquier parte del orbe preconizan la cooperación, la independencia, y el derecho legítimo de asumir su voluntad y sus propios riesgos, logros y desaciertos sin la menor tutela ajena.

En definitiva, un entramado erigido sobre bases deleznables, aun cuando todavía deslumbre y logre oídos y resonancia entre las mentes sosas y los personajillos carentes de recato y decencia.

Por CubaHora


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