Una vez más, Ruth nos atrapa con una de sus historias viajeras. Esta vez se trata de un descubrimiento que hizo hace unos meses, cuando se quedó prendada del Valle de Tessaout, en Marruecos, y sus gentes. Todo gracias a la labor que hacen en esa zona tan complicada sus amigos (que ya son nuestros también…) de la Fundación Acción Geoda. Seguro que os engancha como a nosotros…
Todo comenzó en las vacaciones de la pasada Semana Santa, cuando decidí viajar al Atlas marroquí de la mano de la Fundación Acción Geoda, a su campo solidario en el Valle del Tessaout. Desde hace mucho tiempo tenía ganas de hacer de mis viajes algo más, y aportar mi pequeño grano de arena. Conocía la Fundación a través de Elena, amiga y ex compañera de trabajo, que tantas veces me había hablado de sus viajes y cuya cara de entusiasmo invitaba sin duda a conocerlo.
Ifoulou, Valle del Tessaout (Feli Pérez, Fundación Ación Geoda)
Hablar de Acción Geoda es hablar de pasión, altruismo, constancia y buen hacer; desde el inicio, estar con ellos es como estar en casa. La Fundación comenzó su andadura hace ya unos años, cuando unos amigos apasionados de la montaña aterrizaron en Ifoulou, una de las aldeas del Valle del Tessaout y donde empezó su actividad. Llegaron allí, conocieron sus paisajes, sus gentes, y ya no pudieron escapar del ‘virus’ del valle…
Con pocos recursos, pero con mucha ilusión y ganas, empezaron a desarrollar acciones directas para el valle. Es una zona muy desfavorecida y olvidada por el gobierno marroquí. Sus habitantes son el pueblo amazigh, a los que se conoce más habitualmente como bereber. Sin embargo este término no les agrada, ya que proviene de la adaptación árabe barbr del término griego βάρβαρος [bárbaros], y que quiere decir “bárbaro”; ellos prefieren llamarse imazighen (en singular amazigh), que significa “hombres libres”, y que es como les gusta ser reconocidos.
Niñas transportando agua
(Jesús Serrano, Fundación Acción Geoda)
El acceso al agua fue el punto de partida de esa acción directa, ya que carecen de agua corriente y las mujeres y las niñas se desplazan varias veces al día hasta los cursos de los ríos transportando pesados bidones de agua hasta las casas; y eso a pesar del frio, el calor o lo escarpado del terreno. Y faltando algo tan básico como el agua… ¿quién piensa en la Educación? Así pues, la construcción de pozos y canalizaciones se convirtió en la base de lo que llegaría después: educación, sanidad y desarrollo. Sin duda hay mucho que hacer en un lugar donde, además, la mujer no tiene la misma consideración que en nuestros países de origen. Hay que vencer muchas barreras, no sólo las del idioma; pero siempre, siempre, desde el respeto, algo que es ineludible para cualquiera que visite el Valle.
Uno de los aspectos claves de éxito de Acción Geoda es que desde el minuto uno contaron con la opinión y aprobación del pueblo de Ifoulou. No se limitan a desarrollar proyectos sin más, sino que evalúan las necesidades, las prioridades y su sostenibilidad, y consensúan con sus destinatarios dónde actuar. Además, siempre lo hacen en colaboración con las asociaciones locales y mediante el compromiso del pueblo. Porque de esta manera el esfuerzo es compartido, y se valora y se comprueba que es sostenible en el tiempo. AG también cuenta con voluntarios en la zona, no sólo para los campos que se desarrollan allí sino para el contacto frecuente. Una parte de AG ya está en el Valle.
El virus que te atrapa cuando viajas a #Tessaout #Marruecos con @AccionGeoda¿Y cuál fue mi experiencia? ¿Cómo “caí” yo también por el virus del Valle del Tessaout?
Cogimos la mochila, cargamos el coche y después de unos cuantos kilómetros (y unas cuantas horas) aterrizamos en Ifoulou, concretamente en la “Gîte de Etape de Hanini”, el albergue donde nos alojaríamos durante toda la semana.
Niños en Ifoulou, Valle del Tessaout
(José Sancho, Fundación Acción Geoda)
Al llegar, lo primero que te llama la atención es lo agreste del paisaje y la mezcla de belleza y dureza, donde ya puedes sospechar que las condiciones, hasta hace poco sin agua corriente y sin electricidad, se adivinan bastante duras. Pero esa mañana el calor de la gente, el buen ambiente entre los voluntarios, la predisposición de los miembros de AG y los traductores venidos desde otros puntos de Marruecos llenan de ruido y movimiento el Valle.
Luego salimos a la calle, rodeados de niños, con sus sonrisas, expectantes, con ganas de jugar, de hacer fotos, de hacerse fotos, las palabras amables de la gente del pueblo, las sonrisas de las mujeres,… Y entonces es cuando se paró el tiempo (eso que en nuestras vidas diarias nos empeñamos en apurar, medir, recortar, alargar…).
Y así empezó una semana llena de grandes momentos: los talleres con los niños, la visita a otras aldeas, los tabules de Hanini y sus churros para merendar, la excursión inolvidable por los alrededores, las caras de los niños en las tardes de cine, la fiesta con las mujeres… y mucho más… Imposible describirlo y contarlo en tan pocas líneas… Y día a día te das cuenta del valor de lo conseguido hasta el momento con esas pequeñas acciones. Pero sobre todo, lo que más valor tiene, es hacer visible a un pueblo olvidado en medio de las montañas del Altas y demostrarles que hay alguien a quien les importa mejorar sus condiciones de vida.
Amigos en Ifoulou, Valle del Tessaout
(Fernando Lozano, Fundación Acción Geoda)
Yo ya estoy enganchada, y pensando en volver.
Te invito a descubrirlo por ti mismo…
Y quizá a ti también te afecte el virus del Valle de Tessaout.
Ruth
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