Diferentes son los nombres de los caballos históricos que han llegado hasta nuestros días. Unos ficticios y otros no tanto, a todos nos suenan Atila, Rocinante, el caballo de Troya, Babieca, Pegaso, Spirit, Perdigón, Sombragrís…
Entre tanto nombre pesado, vamos a decantarnos por El Vizir, uno de los 129 caballos de Napoleón.
Fue regalado en 1802 por un sultán otomano a Bonaparte, combatió junto al Emperador en las batallas de Jena y de Eylau, estando a su lado durante doce años. De hecho, poco le quedó para participar en la batalla de Waterloo, sin embargo, fue retirado poco antes, siendo el único caballo que dejaron llevar a Napoleón en su exilio a la Isla de Elba.
Este fiel compañero blanco alazán (Napoleón sólo adquiría caballos grises, bayos y alazanes) muere en 1826 con la buena edad de 33 años. Al tenerlo en tanta estima, el trabajador en los establos Leon de Chanlaire manda conservar su piel y la hace enviar a Inglaterra con el fin de protegerla de los futuros regímenes.
En 1868 la piel del caballo vuelve a territorio francés, siendo conservada durante una temporada en el Louvre y, ya a partir de 1905, queda expuesta en el Museo de la Armada, estando así más cerca de los restos de su compañero de batalla y aventuras Napoleón.
Imagen totalmente fidedigna de Napoleón coronando a su emperatrizEn este museo fue donde yo lo vi y os hablo de las diferentes partes del complejo del Ejército en la publicación Museo de la Armada y de los Planos y Relieves.
Espero que os haya gustado la lectura.
¡Hasta la próxima!