En más de una ocación la belleza generalmente surge de algunas catástrofes absolutas. El magnífico lago que se formó en el cráter que dejó la erupción del Monte Pinatubo (que significa “hacer crecer” en tagalo) en 1991, en la isla de Luzón es un ejemplo de dicha asunción. Una maravilla natural impresionante que se creó como resultado de una de las más grandes y devastadoras explosiones volcánicas de los pasados 100 años.
Antes de la erupción catastrófica de 1991, Pinatubo era un volcán anodino, incluso desconocido para la mayor parte de los habitantes de la región. Su cima medía 1.745 m sobre el nivel del mar, pero sólo 600 m sobre las planicies circundantes y 200 m más alto que los picos circundantes, por lo que era poco visible desde las zonas cercanas.
Varios ríos nacen en las inmediaciones del Pinatubo, los principales son el Bucao, el Santo Tomas, el Maloma, el Tanguay y el Kileng. Antes de la erupción, estos ríos eran importantes ecosistemas que lamentablemente desaparecieron debido a la nube piroclástica. Desde 1991, los ríos transportan sedimentos y algunos estudios muestran que pasarán muchos años antes que la región se recupere.