Víctor Alvarado
Denzel Washington, el Sidney Poitier de la actualidad, es uno de los más firmes candidatos junto a Daniel Day Lewis para obtener el Óscar, demostrando que no hay papel que se le resista. El libreto de John Gatins es una maravilla y se merece con toda claridad su nominación en la categoría a Mejor Guión Original, que es una reflexión sobre los estragos que las adiciones provocan en la personas.
Cuando uno va con pocas expectativas a ver una película, se puede encontrar sorpresas tan gratas como El vuelo (2013). Éste largometraje cuenta una historia, basada en hechos reales, en las que se relata como un piloto alcohólico logra salvar a la mayoría de los viajeros de un avión de pasajeros, al que le falla la mecánica, gracias a su pericia a los mandos del aparato. Todo el país no es capaz de dar crédito a la hazaña y lo admiran. Sin embargo, el oscuro pasado del protagonista le traerá más de un quebradero de cabeza.
Está dirigida por Robert Zemeckis, recordado por la trilogía de Regreso al futuro, Náufrago y Forrest Gump, que ha dejado el mundo de la animación, con la que ha estado tan entretenido en los últimos años para darnos una lección de buen cine. Los primeros minutos del aterrizaje forzoso está filmados con gran realismo en la que se explica el dominio del piloto en una situación de emergencia y, a pesar de se conoce lo que ocurrió, consigue mantenerte agarrado a la butaca, pues no te imaginas lo que puede ocurrir en el segundo siguiente. La segunda parte de la película es un drama en toda regla. En ella veremos a un hombre destrozado por sus adiciones y su desorden afectivo tras su divorcio, al que su hijo desprecia, que intenta salirse con la suya, pero al que su conciencia no le permite dormir tranquilo. El final es esperanzador con testimonio positivo sobre la fe.
Por otra parte, cuando escribimos la crítica de Lo imposible (2012) nos pareció extraño que, ante un hecho de tales dimensiones ninguno de los personajes, ni principales, ni secundarios, no recurrieran a la trascendencia. En el Vuelo (2013), frente al escepticismo de Whip Whitaker, todos los personajes ven el hecho algo milagroso y extraordinario sólo atribuible a la intervención divina. Llama la atención como los superviviente rezan con el antihéroe, agradeciéndole su valentía. Por cierto, nos parece memorable la conversación, que surge entre la drogadicta, el alcohólico y un enfermo de cáncer, digna de ser mencionada por su riqueza antropológica.
En contraposición con lo positivo, hay una serie de escenas que pueden ser difíciles de ver por su dureza para un espectador sensible, pero lógicas dadas las peculiaridades de una persona de vida disoluta, que no se relaciona, precisamente, con los individuos más distinguidos de la ciudad.(publicado en el Diario Ya)