Cuando se avecine el viaje impuesto, uno de estos días, llevaré lo puesto en mi vestidura, en el alma todo…
Cargará un tesoro amado y eterno.
Iré hacia el jardín un tanto distraída recogiendo aromas en rosas florecidas, y de una blanca, muy blanca, muy pura, quitaré sus pétalos así me acompañen en la travesía.
Llegaré a destino, uno de estos días, cumplido el camino llevando el Amor, ya que amor, es vida, y la dicha, el encanto, hasta el tierno llanto que por amar vibro y, ese dolor que causo una herida…
Y seguramente Dios, de su mano guiará los pasos que lentos me acerquen hasta el hospedaje de su Cielo Azul.
Dicen, los que saben, que luego una estrella llevará mi nombre, y será quien ilumine tus sueños de luz en incesante…, ternura; si algo no cambia es esa esencia, allí, en las Alturas.
Será…, cuando se avecine uno de estos días…
M.C M. G.