Esta foto, tomada esta mañana en Andalucía, muestra a un pobre galgo que ha terminado así la carrera de su existencia miserable. Arrastrado hasta la muerte por un coche durante kilómetros, una práctica miserable que emplean algunos galgueros para infligir el mayor sufrimiento posible. El galgo debía tener un fin humillante por haber avergonzado a su dueño y señor. Debía pagar su pobre papel en la cacería y salvar el honor de su galguero. Hay que perpetuar las tradiciones y la tortura. Aquí está la atrocidad de hoy, y hoy será como todos los demás día para nosotros, desbordados, suplicando ayuda. Febrero es el mes del final de la caza. La imagen habla por sí sola.
