Es una gozada navegar por multitud de sitios, tanto webs profesionales como blogs amateurs, y hallar consenso en una de las cuestiones que consideramos más importantes a la hora de trascender viejos paradigmas: la toma de conciencia de que somos creadores. Lo que tenemos no es fruto de la casualidad; es el resultado de una cadena de acciones que tuvieron como resultado una serie de reacciones.
Mientras que la creatividad ha sido habitualmente asociada – casi con exclusividad – a actividades profesionales artísticas, hoy resulta evidente que esta capacidad es algo inherente al ser humano en cada aspecto de su vida cotidiana. Es llamativo que a día de hoy aún nos encontremos a personas que se autodefinen como “no creativas”. Pero, ¿qué es eso de ser creativo?. Según la RAE, creativo es aquel “capaz de crear algo”. Es decir, el que crea odio, también es creativo. O el que crea paz y bienestar. O podemos pensar en cualquier cosa que se nos ocurra. Sea lo que sea, será siempre el resultado de un acto creativo.
Cada vez que nos enfadamos, eso es lo que estamos creando. Luego, claro está, podemos echarle la culpa a los demás o asumir la responsabilidad de lo que hemos creado. Pero sin culparnos, que ya sabemos que la culpa lleva al castigo. Responsabilidad y culpabilidad son dos creaciones muy distantes.
Desarrollar la creatividad, por tanto, empieza por la toma de conciencia de esta ilimitada capacidad de crear que todos poseemos. Si bien no todos podemos pintar como Picasso, sí que podemos amar o lastimar como Picasso amaba o lastimaba. Todos somos Picassos, Nerudas y Van Goghs.
Cuando decimos “yo soy así”, nos creamos de esa manera. Nos quedamos haciendo lo que estamos acostumbrados a hacer, aunque no sirva para hacernos más felices a nosotros ni a los que nos rodean. En este caso, deberíamos decir: “me he acostumbrado a actuar así y no me da la gana cambiar”, lo cual es muy respetable.
Es mejor no etiquetarse. La clave está en el Yo Soy. Yo no soy alto ni bajo, ni feo ni guapo, ni listo ni tonto, ni bueno ni malo. ¿Bueno o malo comparado con qué? Yo simplemente soy.
Esta idea, que encierra toda nuestra capacidad creadora, fue legada por el Maestro Ascendido Saint Germain a través de Guy Ballard en su obra El Libro de Oro. Si bien puede parecer un libro altamente esotérico, el objetivo de este artículo era precisamente el de acercar la poderosa presencia Yo Soy a la experiencia más cotidiana y normalizar algunas de sus místicas interpretaciones. Cuando asumimos esta divina capacidad creadora que todos poseemos, este libro se convierte en una herramienta de transformación. Cuando seguimos culpando a la actividad exterior de nuestro estado vital, esta obra ofrece poca utilidad. Como siempre, todo depende de lo que queramos crear.
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