Ayer hablábamos del lienzo cerámico que ocupaba la pared izquierda del zaguán de la casa-palacio de la familia Bellver, un lienzo dedicado al Emperador Carlos V y sus empresas en Túnez. Hoy vamos a dedicar estas palabras al lienzo de la pared derecha que, al igual que el citado también fue realizado en 1907 por el artista Manuel Rodríguez Pérez de Tudela tal como aparece en la firma del mimo.
La escena refleja el momento de la rendición de Granada el 2 de enero de 1492. Los Reyes Católicos aceptan la rendición de Boabdil el Chico, el último rey árabe del Reino de Granada, el último reino morisco de la península ibérica.
El mural cerámico está compuesto por 176 azulejos planos pintados de 20 x 20 cm., dando lugar a la decoración de una extensa superficie de entorno a los 3,20 x 2,20 m.
La representación plástica por excelencia de esa jornada histórica, situada a la cabeza de nuestro inconsciente colectivo, seguramente sea la icónica La Rendición de Granada realizada por el pintor aragonés Francisco Pradilla Ortiz. A pesar de la fidelidad prestada al original en cuanto a su composición se refiere, el copista o mecenas, en esta ocasión, apostó por prescindir del colorido a favor de una bicromía blanquiazul, fruto de la pigmentación y elaboración a través del cobalto.
Al comparar original y copia con detenimiento, observamos como el trazo del ceramista se adapta al soporte al que está destinado, con ciertas divergencias en caracteres y vaporosidades, siendo quizás en su cielo plomizo donde se hagan más acusadas a simple vista del espectador, cuya leve alteración no hace sino mejorarlo según su designación. Demostrando en fin, una calidad y virtuosismo en su campo artístico fuera de toda duda.
Una orla de cierto resabio goticista lo enmarca a través líneas continuas que se entrecruzan, dejando vacíos a su paso en forma de improvisadas cartelas circunscritas en sus extremos por arcos túmidos simples o combinados con inclusiones de arcos trilobulados con decoración de trifolios sólidos entre lóbulos y calados en albanegas.
Apoyados con la presencia de los anagramas de los mismos monarcas, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, en los laterales, y sus respectivos emblemas, flechas y yugo, acompañado del famoso lema Tanto Monta, y el águila de San Juan, inscritos en tetralóbulos, en sus ángulos. Con el detalle anecdótico, en este último, de que en vez de aparecer la rapaz sosteniendo el escudo propio del reinado sugerido, con la representación del Reino de Castilla, León, Aragón, Sicilia y Granada, figura en cambio con tan solo la divisa del Reino de Castilla, León y Granada.
Queda clara la representación de la escena a través de los rótulos superior e inferior, en los que se puede leer: “2 DE ENERO DE 1492” y “LA RENDICIÓN DE GRANADA”, respectivamente.
En origen, este lienzo cerámico se encontraba ubicado en la llamada actualmente como Casa Salinas, en la calle Mateos Gago, 39. Destinado a embellecer los paramentos del patio de la residencia palaciega, quedando cobijado bajo su galería inferior.
Encargado por el entonces propietario del inmueble, Eduardo Ybarra González (Sevilla, 1846 – Madrid, 1911), líder del Partido Conservador por la Provincia de Sevilla y representante de la misma en las Cortes, junto con otro mural cerámico, con el que hacia tándem, dedicado a la revista a las tropas del Emperador Carlos V, y que vimos ayer, que partieron del puerto de Barcelona a la conquista y consolidación de Mallorca, Menorca, Cerdeña y el Norte de África.
En la década de los 70 fueron vendidos por la familia Salinas, nueva propietaria del inmueble desde 1930 cuando pasó a manos de Manuel de Salinas Malagamba, al anticuario Fernando Abad. Bajo su propiedad se mantuvieron desmontados durante dos años, conllevando a que se produjesen algunos deterioros en su almacenaje. Posteriormente, fueron adquiridos por el matrimonio Julio Fuentes de Fuentes y Juana Moreno Morales, industriales y coleccionistas de cerámica, que los restauraron y situaron en la nave principal de su fábrica, Cerámicas Sevilla, en Sanlúcar la Mayor. Siendo finalmente comprados por el también coleccionista Mariano Bellver Utrera (Bilbao, 1926 – Sevilla, 2018) en la década de los 90, pasando a ser trasladados al zaguán de su vivienda en Sevilla, Plaza del Museo, 5.
Desde entonces podemos disfrutarlos, gracias a la apertura diaria del recibidor por parte de sus propietarios para aquellos curiosos que con respeto se acerquen a la propiedad privada.
Sigue leyendo >>>