Durante el año 2012 la empresa de biotecnología Oxitec liberó millones de mosquitos Aedes Aegypti transgénicos en los alrededores de la ciudad brasileña de Juazeiro, como parte de un experimento para frenar el dengue. Estos animales de laboratorio están modificados genéticamente para que su descendencia muera y quizá esté utilizándose también para controlar el zika.
La idea no cabe duda que es ingeniosa. Si el Aedes es el transmisor de varias enfermedades contagiosas que pueden llegar a ser mortales, qué mejor manera, “natural” además, de combatirlo que enviarle a las hembras de esa especie ejércitos de machos salidos que hagan el trabajo sin que el ser humano tenga que desarrollar y poner vacunas (o la espera de estas) o sin tener que gastar ingentes cantidades de insecticidas, muy tóxicos.
La compañía biotecnológica dice que sus mosquitos son seguros para el medio ambiente. Por ello publicaron en una revista científica los resultados de uno de sus ensayos, desarrollado en Juazeiro, en el estado de Bahía entre 2010 y 2011.
Al cabo de un año, en las áreas donde habían liberado mosquitos GM, la población adulta de Aedes aegypti se había reducido en un 95% y la de huevos en un 82%. El mismo porcentaje de éxito se obtendría en Piracicaba (São Paulo, Brasil).
En los alrededores de esta ciudad se han liberado también millones de mosquitos transgénicos para que su descendencia muera antes de llegar a la fase adulta y por tanto no transmita la enfermedad. No es ciencia ficción ni otra teoría de la conspiración. Profesores de Biotecnología nada sospechosos de esto como J. M. Mulet han mostrado su entusiasmo con el tema.
Tal vez sea casualidad, se la circunstancia de que Juazeiro, la ciudad donde se ensayó por primera vez la liberación de mosquitos transgénicos de Oxitec y la compañía brasileña Moscamed en 2012, limita con el Estado de Pernambuco, el lugar donde se “presentó en sociedad” por primera vez el zika, en mayo de 2015.
Los investigadores del dengue se encontraban experimentando con la “solución” al dengue y otras enfermedades cuando apareció el zika, también transportado por el Aedes.
La liberación de animales transgénicos puede tener riesgos insospechados, para el medioambiente y quién sabe si para la salud humana. El problema es este, no saber. La información sobre esos experimentos y prácticas queda acotada al reducido ámbito de los “expertos” y los inversores (que a veces son lo mismo).
Pero la población tiene derecho a conocer en profundidad qué consecuencias puede tener la liberación de especies nuevas, tanto que las ha creado el hombre en un laboratorio, aparte de la muerte de los insectos “malos”. Puede en este caso que de nuevo el derecho fundamental a la información en temas relativos a la salud no sea efectivo. Veamos.
Hay que indicar que estas pruebas centíficas están autorizadas por el Gobierno de Brasil y se calcula que han sido liberados unos 25 millones de mosquitos. La empresa creadora de los mosquitos transgénicos Oxitec es del multimillonario de Boston Landon Clay, Oxford Capital Partners y Asia Pacific Capital. La compañía tiene estrechos lazos con uno de los mayores fabricantes mundiales de semillas trasgéncicas, Syngenta.
Resulta que recibe o ha recibido ayudas económicas de Bill Gates, el dueño de Microsoft y ha sido comprada por Intrexon, corporación líder en bioingeniería genética del multimillonario Kirk Randal J, que a su vez, para rizar el rizo, tiene acuerdos de desarrollo con AquaBounty, la empresa que hace poco os contaba que fabrica el salmón modificado genéticamente para crezca el doble de rápido.
De modo que deducimos que hay un gran negocio en ciernes con la fabricación de animales transgénicos, sea para “combatir enfermedades”, sea para destinarlos a la alimentación.
Sin ánimo de que perdáis la confianza en estos “filántropos”, os cuento también que en 2001 en el consejo de dirección de Intrexon dió entrada a Robert B. Shapiro y Jeffrey B. Kindler. El primero ex director general de Monsanto, líder mundial de agricultura transgénica y el segundo ex director general de la mayor farmacéutica del mundo, Pfizer.
En fin, esto de la epidemia de zika está quedando en manos de probados benefactores de la salud pública (¿no hace falta que gaste un párrafo en documentar los daños ambientales y a la salud humana realizados por empresas como Pfizer y Monsanto ¿verdad?).
Sobre fallos en el derecho fundamental a la información en temas de salud pública con respecto a las actividades de la empresa Oxitec tenemos un precedente.
La organización británica GeneWatch UK y Amigos de la Tierra publicaron un informe sobre moscas transgénicas para combatir plagas en el olivo. Oxitec solicitó a principios de 2013 una autorización para liberar moscas transgénicas en Tarragona (Catalunya).
El experimento consistiría en soltar machos transgénicos para que se apareasen con moscas hembras silvestres y debido a la modificación genética, las crías resultantes muriesen en la fase larvaria. La idea es que como las larvas no llegarían a adultas, no podrían reproducirse y, de este modo, se reduciría la población de moscas del olivo, una de las plagas principales que afectan a la producción olivarera.
El proyecto era muy similar al de los mosquitos Aedes para el dengue. Las autoridades catalanas no lo permitieron (a día de hoy desconozco cómo está la situación y agradezco si alguien me informa). De autorizarse el experimento en un lugar desconocido de Tarragona, sería la primera liberación de animales transgénicos en los 28 países de la Unión Europea y la primera en todo el mundo de este tipo de moscas.
La clave está en que en el informe de solicitud entregado por Oxitec puede comprobarse una gran falta de información. La empresa no adjunta ningún estudio de bioseguridad, ni planes claros de cómo se va evitar la dispersión de las mocas fuera de las redes del experimento o cómo va a afectar a la producción olivarera del entorno.
Esto supone que el olivar de producción ecológica podría verse muy afectado. El control sostenible de la plaga es fundamental para la calidad del aceite y ya existen alternativas con menos riesgos que se deben fomentar e investigar en profundidad”, explicaban desde la organización.
¿Está experimentando a gran escala Oxitec con el zica en Brasil? ¿Ha conseguido sortear los controles y medidas de bioseguridad con la excusa de combatir una epidemia de zika? Desde luego el marketing del miedo que se ha desplegado estas semanas ayudaría a Oxitec a conseguir sus propósitos.
Oxitec realizó las primeras liberaciones de mosquitos transgénicos en las Islas Caimán, una colonia británica, a finales de 2009. Los experimentos se desarrollaron sin una ley de bioseguridad y sin publicar una evaluación del riesgo ambiental.
La empresa fue muy criticada por científicos del sector debido a su secretismo, la falta de revisión por pares habitual en publicaciones científicas en aspectos de bioseguridad y la escasa calidad de sus evaluaciones de impacto.
Estos documentos solo fueron públicos después de las liberaciones, mediante una solicitud de información y preguntas parlamentarias, bajo la legislación británica y europea.
Según Amigos de la Tierra, las moscas transgénicas no suponen ninguna solución ya que éstas ponen los huevos en el fruto, por lo que muchas de las larvas transgénicas morirán dentro de la aceituna. Con ello, no solo no se evita el daño a la producción, sino que pueden surgir nuevos problemas por la presencia de larvas transgénicas muertas en los frutos ¿o ha presentado Oxitec pruebas de que esto NO ocurrirá?
Con más de un millón de afectados en menos de un año, los efectos del virus zika no suelen ser severos y no van más allá de una erupción en la cara (exantema) y algo de fiebre. A veces coincide con la aparición de un trastorno autoinmune, el síndrome de Guillain-Barré. En raras ocasiones, este arbovirus (es decir, que usa artrópodos como vector de transmisión) puede provocar la muerte, aunque casi siempre como causa concomitante.
Es necesario en este punto señalar a la pobreza como uno de los principales determinantes sociales en salud en las zonas donde prevalecen el dengue, el zika y demás enfermedades infecciosas. Siempre las poblaciones más pobres viven menos y suelen enfermar más que las ricas.
Lo que preocupa del virus zika es que parece que afecta más a los no nacidos, aunque esto aún no está bien probado. No es pues, por más que nos preocupen las mujeres embarazadas y los neonatos, sólo faltaría, un problema de enormes dimensiones sanitarias.
Pero se ha dimensionado y ello, entre otras consecuencias, tiene el favorecer un gran negocio de dimensiones difícilmente calculables como es la liberación de insectos transgénicos en la naturaleza y sus insospechadas consecuencias para el equilibro natural de los ecosistemas, incluídos aquellos donde se desarrollan esas enfermedades (habría que preguntar también qué piensan de todo esto quienes las padecen, claro).