Este mineral traza ha demostrado tener una gran influencia en el organismo para prevenir y curar enfermedades. La madurez sexual y la fertilidad dependen de un aporte adecuado de Zinc.
Hay estudios que demuestran que la disminución de la habilidad para absorber Zinc con la edad, al igual que la de otros nutrientes, es una de las razones por las que nos volvemos más vulnerables frente a las enfermedades, al debilitarse el sistema inmunitario.
Se han encontrado más de 90 enzimas zinc-dependientes en el organismo (más que cualquier otro mineral incluido el hierro), pero además, el Zinc interviene en dos funciones fundamentales que explican su importancia:
La primera, es que es necesario en el organismo para la síntesis proteica. Las enzimas que lo contienen, ayudan a engarzar las largas cadenas de aminoácidos que dan lugar a cada molécula de proteína. La segunda es que todo el material genético (ADN y ARN), se deriva de las proteínas. Esto significa que se necesita del Zinc para sintetizar cada una de las células. Deficiencias graves en este mineral significa que células necesarias para el correcto funcionamiento del organismo pueden no ser sintetizadas o que puede aparecer daño irreversible en el material genético. En situaciones en las que hay un rápido crecimiento celular (embarazo, crecimiento, cicatrización de heridas, entrenamiento intenso), desaparece rápidamente y se debe suplementar de forma externa. El retraso de la curación de las lesiones es un signo clásico de deficiencia en atletas.
La falta de Zinc afecta particularmente al sistema inmune, ya que las células sanguíneas encargas de la defensa frente a infecciones, se multiplican con una gran velocidad en presencia de virus, bacterias o cáncer. Si no hay la cantidad de Zinc necesaria, esta proliferación se verá reducida y la respuesta inmune disminuirá.
El Zinc es esencial para el funcionamiento de las hormonas del timo. Estas hormonas secretadas por el timo, son responsables del desarrollo de las células T, que son un tipo de linfocitos, básicas en la lucha contra infecciones víricas y bacterianas.
El Zinc puede incrementar además, la actividad de las células llamadas fagocitarias que son capaces de destruir virus y bacterias invasoras sin la necesidad de activar otro tipo de linfocitos. Parece ser que trabaja junto a la Vitamina A como protector frente al cáncer.
Las células epiteliales dependen de ambos debido a que son células que están en constante regeneración.
La falta de él puede alterar los sentidos del gusto y del olfato por afectar a ciertas áreas del cerebro así como también puede influenciar en el control del hambre y de la sed. Se ha observado en estudios de animales que deficiencias en Zinc traen desórdenes metabólicos como anorexia o bulimia, de hecho, en mujeres bulímicas o anoréxicas hay una disminución del Zinc, inclusive cuando otros signos nutricionales están normales.
El Zinc está también asociado a los niveles de glucosa en sangre. Hay una enzima zinc-dependiente en el hígado que interviene en el metabolismo de la glucosa y puede permitir por un lado que se queme energía y por otro que se almacene grasa. Cuando no hay suficiente Zinc en el medio, esta enzima se vuelve inactiva y el resultado es que la glucosa se derive hacia la síntesis de triglicéridos que serán almacenados en vez de quemarse como energía. En los niños, una deficiencia de este mineral hace que no puedan discernir entre el hambre y la saciedad. La conclusión de todo esto es que la deficiencia lleva a un estado de obesidad tanto en niños como en adultos.
Completando la lista de las deficiencias de este mineral, está el desequilibrio de la coordinación muscular, la falta de motivación y la predisposición a la depresión. Parece ser que el Zinc es un mineral cuya carencia conlleva trastornos significativos.
Se utiliza en el tratamiento de enfermedades de las encías, en las infecciones producidas por herpes y en tratamientos de infertilidad; de hecho, se encuentra más cantidad de este mineral en el líquido seminal que en cualquier otro fluido del organismo. Es un antioxidante, por lo que neutraliza los radicales libres, elementos bioquímicos problemáticos que se consumen a mayor velocidad cuando se incrementa el consumo de oxígeno en el esfuerzo físico. Por último, parece ser que suplementos de Zinc junto al calcio y al ejercicio pueden evitar la aparición de osteoporosis. El metabolismo óseo es un área donde las enzimas zinc-dependientes juegan también un rol importante, sobre todo en etapas de crecimiento.
¿En qué alimentos podemos encontrar este mineral?
Ostras, carnes rojas, pescado, aves, cereales integrales (se elimina durante el procesado de los cereales), germen de trigo, alubias y guisantes.
El Zinc se asimila de forma más efectiva cuando se consume con vitaminas A, B6, E, calcio, cobre y fósforo; por el contrario, se asimilará con más dificultad e incluso se eliminará con alcohol, diuréticos, corticoides, anticonceptivos orales o incluso con una dieta excesiva en fibra.
No se conoce ningún efecto tóxico, aunque no se aconseja consumir cantidades superiores a 50 mg de Zinc puro alternando periodos de empleo de 2 a 3 meses, con periodos de descanso intercalados. En su forma comercial se asimila más favorablemente en las formas de quelato de Zinc, gluconato de Zinc o levadura de Zinc.
Dosis recomendada: de 12 a 15 mg.