Desde hace un par de semanas, las calles de Ammán se han visto invadidas por cientos de carteles que nos presentan a los candidatos al parlamento jordano para las elecciones que se celebran el próximo día 9 de noviembre en todo el país. Eslóganes tan profundos como “Somos Jordania” o tan realistas como “Hacia la liberación de Iraq” nos asaltan por todos los rincones de esta magna capital con sus sonrisas encandiladoras y rostros llenos de amor por el pueblo.
El sistema político jordano se define normalmente como una “monarquía parlamentaria” que cuenta con una asamblea nacional bicameral: la Cámara de Diputados (el parlamento) y el Senado.
Pues bien, en esta democracia tan amiga de los países occidentales, el rey representa el poder supremo, y todas las leyes deben ser aprobadas por su excelencia (su poder de veto puede ser anulado por 2/3 del parlamento). En sus reales manos está la elección del Primer Ministro por designación, y en la de éste la de los ministros (con la venia del monarca), los cuales no forman parte del Parlamento.
Asimismo, los 55 miembros del Senado también son elegidos por el rey de las jordanias entre antiguos generales, parlamentarios y demás amiguitos, con lo cual la única cosa que queda a elección del pueblo llano es la de los miembros del Parlamento.
La cámara cuenta con 120 miembros, de los cuales un 20% han sido reservados este año para mujeres (pese a que en los carteles que pueblan las calles es difícil verlas entre tantos bigotes). Parece ser que su labor durante los próximos cuatro años será la de control del Consejo de Ministros, amén de que me imagino que también propondrán alguna ley y cosas por el estilo para ganarse el pan de cada día con el sudor de su frente.
Parece ser que existen diferentes partidos políticos, incluidos algunos de corte islámico –que sobre todo predican entre la población palestina-, pero la verdad es que desconozco completamente el espectro político del país.
Según los propios periódicos del país, la gente cree que los eslóganes y programas de los políticos son “irrelevantes y vagos”, y que la mayoría de ellos apuesta por su carisma personal para ganar a sus rivales. Por lo que se puede leer, parece ser que ninguno de ellos habla de políticas sociales y económicas (más bien dan a entender que no las tienen) y que optan por un discurso en el que su valía personal y su currículum prima por encima de cualquier cosa. A esto se añade que esta es una sociedad en la que el clan y la tribu todavía conservan un gran peso, por lo cual no parece que sean los programas lo que vayan a triunfar.
En fin, unas elecciones más en la que la mercadotecnia es la única que tiene algo que decir (se ve que a algunos les fue también en el 2007 que están repitiendo exactamente lo mismo, incluida foto y eslogan).
Mi humilde experiencia me indica que a la gente de a pie estas elecciones le importan un pepino y medio, ya que no he encontrado todavía a nadie –y doy fe de que lo he intentado- que muestre un mínimo interés hacia los próximos comicios y que sea capaz de explicarme algo acerca de los diferentes partidos y sus candidatos. Veremos quién gana.