Las tres principales formaciones políticas en Andalucía parecen haber decidido jugar el partido de las autonómicas a la contra. Ya sabe, esa máxima del fútbol que consiste en cerrarse en defensa numantina, arrebatarle el balón al contrario en campo propio y fulminarlo mediante un contraataque vertiginoso y sorpresivo que lo coja desprevenido. Sólo que el contrario, en este caso, no es otro que las respectivas ejecutivas nacionales de cada partido.
La fuente de la discordia radica en convocar las autonómicas conjuntamente con las generales del 20 de Noviembre o no. Las ejecutivas nacionales de PSOE, PP e IU ya han manifestado que las prefieren simultáneas a las generales, unos públicamente, como los populares y la federación de izquierdas, y otros de manera callada, como el PSOE que defiende en público la potestad de quien está legitimado para poner fecha a la convocatoria, el Presidente de la Junta, José Antonio Griñán, mientras en privado presiona al dirigente andaluz para que ceda y convoque de manera conjunta.
Las razones para defender las posturas son, sin embargo, bien diferentes. Javier Arenas, el candidato del Partido Popular a la presidencia de la Junta,lleva prácticamente desde que es líder de la oposición exigiendo que las elecciones andaluzas sean por separado de las generales, algo que no se produce desde 1994. Ahora, cuando le es más favorable el adelantamiento por las predicciones que auguran las encuestas, se encuentra atrapado en su propio discurso y es el partido a nivel nacional quien manifiesta lo que a él le gustaría pero no puede.
Griñán por su parte resiste el embate de Ferraz y se enroca en agotar la legislatura, secundado por un Valderas que se ampara bajo el mismo paraguas de razonamiento. Si, como todo parece indicar, el PP gana las generales en noviembre y se hace con el gobierno de la nación, lo más conveniente es alargar la convocatoria de las autonómicas hasta abril o principios de mayo.
Es prácticamente imposible que el flamante gobierno, que previsiblemente se formaría en Diciembre o Enero permanezca sin aplicar ninguno de los recortes que exigen los mercados -y que ahora ellos exigen a Zapatero o que adelante aún más las generales- hasta esas fechas.
Es el margen de tiempo que necesitan para que el PP se vea obligado a desplegar lo que denominan “su programa oculto” y que la tendencia del voto de los ciudadanos pueda variar cuando le vean las orejas al lobo.
Otro cantar será cómo digiere la opinión pública, con la que está cayendo, tres convocatorias electorales consecutivas en apenas trece meses.