Revista Sociedad

Elecciones mudas

Publicado el 08 abril 2014 por Abel Ros

Rajoy siempre ha demorado sus decisiones; lo hizo con el "rescate" y ahora, lo está haciendo con la elección del candidato


Elecciones mudas
altan pocas semanas para las elecciones europeas y el Pepé todavía no ha dicho quién será su cabeza de cártel para las mismas. Ayer, sin ir más lejos, en la tertulia de Al Rojo Vivo se hablo, y mucho, sobre este tema. En la mesa de invitados estaban: Paco Marhuenda, Antonio Miguel Carmona y Jesús Maraña. Decía el director de La Razón que la "ausencia de candidato" formaba parte de la estrategia política de Rajoy; que la demora en la presentación del candidato estaba dentro de los plazos legales y, por tanto, no era criticable. Jesús Maraña, por su parte, aludió a los argumentos esgrimidos, el otro día, por Elena Valenciano; "el PP no tiene candidato porque no hay nadie que quiera dar la cara por el partido" y, también, que lo que está haciendo el partido de Rajoy atentaba contra la salud democrática. Lo cierto y verdad, aunque no soy para nada "admirador" de Marhuenda, es que la demora del candidato está dentro de la legalidad. Otra cosa es el debate ético que suscita la polémica. Desde la crítica debemos ir más allá del titular y analizar los porqués que hay detrás de la "estrategia política de Rajoy". Como ustedes saben bien, a nuestro Presidente le gusta aquello de "manejar los tiempos". En política, en palabras del sociólogo, no es tan importante "lo que se dice", que lo es, sino el "cuándo y dónde se dice". Hace años, no sé si lo recordarán, los guiñoles franceses ironizaron sobre nuestros deportistas y el dopaje. Rajoy contestó a tales críticas con estas palabras: "el mayor desprecio es no hacer aprecio" o, dicho en otras palabras, lo mejor es no contestar a las críticas hasta que el temporal amaine.

Desde que don Mariano llegó al poder, su estilo de liderazgo se ha distinguido por las siguientes características: poca visibilidad mediática para evitar el desgaste que sufrió su antecesor, Zapatero; ruedas de prensa sin preguntas y, en ocasiones, "emplasmadas" para defenderse ante la prensa; "cortinas de humo" como cortafuegos para los incendios de la corrupción, ejemplo: el recurso, este verano, a resucitar "Gibraltar" para apagar los troncos de "Bárcenas"; demorar las decisiones hasta el último momento, lo hizo en los tiempos del "rescate" y lo está haciendo ahora con el candidato a las europeas. Esta estrategia de "ganar tiempo" – aconsejada por Arriola, sociólogo del Presidente, le sirvió a Rajoy para atesorar el principal trofeo de su legado: el "no" al rescate; después de estar más de un año deshojando la margarita: "rescate sí, rescate no". Si no hubiese aguantado los caballos – decía Antonio, pepero hasta las trancas – hoy seríamos la nueva Grecia de Europa. Un país estigmatizado y mal visto por los mercados. Pues bien, algo parecido – como les decía atrás – está sucediendo con la designación del candidato a las próximas europeas. Si la estrategia sale bien, es decir, si el Pepé ganara, aunque fuese por un voto, las elecciones del próximo 25 de mayo, Rajoy será Dios ante los suyos; por haber "aguantado los caballos y demorar al candidato". Ahora bien, si por sorpresas de última hora -poco probable – ganase el PSOE, Mariano pasaría a la historia de Génova por ser el genovés que ahorcó a su partido en los patios europeos.

No se lo perdonarían los suyos. Pero no se preocupen, sea quién sea el cabeza de cartel, el PP tendrá movilizado a los suyos y, tomando nota de la debacle francesa, muy probablemente ganará las europeas. 

Con la demora en la elección del candidato, Rajoy ha pasado de la invisibilidad mediática acostumbrada a la visibilidad mitinera de antaño. Tanto es así, que el pasado sábado se celebró un mitin del PP en Valencia y, sin cabeza de cartel mediante, parecía que era el mismo Mariano, quien se presentaba a las urnas. En dicho evento, el Presidente utilizó la demagogia para calentar a los suyos. Mientras la izquierda lo acusa de desmantelar el Estado del Bienestar, para Rajoy ha sido él, el salvador de la catástrofe "causada" por las filas socialistas. Dijo que: "en España sigue habiendo un sistema de pensiones público – faltaría más – y en España no se le ha congelado las pensiones a nadie salvo con el PSOE. En España sigue habiendo prestaciones por desempleo – cierto, pero reducidas en un 10% a partir de los seis meses de prestación – sigue habiendo un sistema de educación pública – cierto, pero más desigual: con menos becas – Por tanto – concluyó – no vengan con historias quienes han llevado este país a la ruina – en referencia a la herencia de ZP-". En fin, retórica barata y demagogia mitinera para avivar los miedos e indignación que se vivieron, en este país, durante los últimos meses del zapaterismo. Es, precisamente, este afán repentino de protagonismo mediático del Presidente, el que invita a la crítica a encontrar los secretos que se hallan en la estrategia de Arriola. Ahora que las cosas bien – se preguntaba esta mañana Alberto, mi "compañero" de café – le interesa – a Rajoy – hacer campaña electoral; sacar pecho de las cifras del paro y vender a Europa el "España va bien" de "las grúas y ladrillos". ¿Por qué no habla don Mariano: del incremento de la desigualdad social; de los altos índices de pobreza; de las gallardonadas de Alberto; de las manifestaciones contra sus políticas; de los recortes en sanidad y educación; del incumplimiento de su programa?

El nombramiento tardío del cabeza de cartel tiene dos consecuencias positivas para las siglas de Rajoy. La primera: sin candidato presente, las elecciones se deciden en clave de partido. ¿Qué quiero decir con esto? Sin nombre y apellidos sobre el tapete de la contienda, el PP deja poco margen para que sea el candidato y no el partido, quien se lleve, la probable, medalla de las urnas. Así las cosas, al no existir protagonista, el protagonismo de la "película" queda diluido entre todos los personajes de la trama, o sea, el partido. La segunda consecuencia: al no existir, todavía, ningún candidato, se demora la crisis, posible, de Gobierno que suscitaría la elección de alguien del Ejecutivo. Lógicamente, la hipotética elección de Cañete supondría una reestructuración, por pequeña que sea, de la composición del equipo. La espera, por el movimiento de la ficha, es la opción menos mala, para que los medios tengan menos margen de maniobra para poner el punto de mira, en el candidato elegido y en su sustituto, que en el triunfo del partido. Ahora bien, la demora del candidato no sitúa al PP en un camino de rosas. No lo sitúa, les decía, porque el retraso en la elección del candidato, sitúa a la filas de Mariano en las salas de la hipocresía. Por un lado, Rajoy vende en el atril de la tribuna "la importancia de Europa para España", pero, si embargo, de puertas para adentro, continúa callado como tumba, sin pronunciarse acerca de quién será elegido.

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