Revista Diario

Elecciones presidenciales

Por Metafisica
Para aquellos que no lean la prensa francesa: se acercan las elecciones presidenciales en Francia. Desde hace meses no se habla de otra cosa y los candidatos (incluido el actual presidente, Sarkozy) descargan su armamento oratorio y publicitario sin piedad sobre la nación gala.
Si bien yo, como extranjera, no tengo ni voz ni voto (y nunca mejor dicho), me gusta seguir la actualidad. Así es como descubrí en la página web de Le Monde una fantástica tabla interactiva comparando los programas de todos los candidatos: comparateur de programmes présidentielle 2012 (sólo en francés, désolée).

Elecciones presidenciales

Tarjeta electoral francesa


Para terminar, un poquito de contexto para aquellos que no conozcan el sistema electoral francés:
  • El presidente de Francia es elegido por un mandato de cinco años mediante sufragio universal. 
  • Las votaciones tienen lugar en dos turnos, el 22 de abril y el 6 de mayo de 2012 en este caso. 
  • En el primer turno se presentan todos los candidatos. De elegirse uno con mayoría absoluta, éste será nombrado presidente automáticamente y no será necesario un segundo turno, aunque este caso aún no se ha producido durante la Vª república. 
  • En caso contrario, los dos candidatos con más votos pasarán a un segundo turno de votaciones, del que saldrá inevitablemente el nuevo presidente.
  • Para poder votar, los franceses deben inscribirse en las listas electorales (no se hace automáticamente al obtener la mayoría de edad, como en España) y obtener su tarjeta de elector, que necesitarán para identificarse el día de las elecciones.

Los sondeos de este año apuntan a un segundo turno que enfrentará a François Hollande y Nicolas Sarkozy. Sin embargo, habrá que esperar hasta abril o mayo para conocer al nuevo Monsieur le Président.

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LOS COMENTARIOS (1)

Por  Sergio Farras
publicado el 03 mayo a las 19:57
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Sarkozy, el político que viste de Prada La compleja condición política mundial, hace que en las próximas elecciones francesas vengan dadas por la angustia y la apatía de un pueblo; el francés, que es objeto de deseo de las derechas, corriendo el peligro de condicionar el poder político por un carrusel de miedos y temores residuales de las medidas subordinadas del peligro de qué, Sarkozy, pueda aliarse con la ultra derecha para seguir en la palestra de unas políticas conservadores excesivamente austeras que acechan y amenazan al convivir de la la vieja Europa. Un nuevo escenario de contextos y entornos favorables, debe de abrir un nuevo marco que perfile la credibilidad de los políticos galos. La Francia de la liberte, egalite y fraternite, tiembla en su andamiaje condicionado avalados por las políticas de derechas asfixiantes añadidas a su historia más reciente. François Hollande, el candidato socialista, sabe que le están mirando más allá de Francia, y sabe también que debe reorientar Europa al camino del crecimiento. Resucitar la izquierda en Francia, es fundamental para plantarle cara a la germana y mandona Merkel. Y desbancar al hiperactivo Sarkozy, que anda desgastado y arrastrado por su arrogante rol de personaje egocéntrico y chulesco, mientras tiene a los alientos del ciudadano francés a sus espaldas preocupados por su economía, mientras él, es cooperador necesario de un miedo al miedo y contagio de situaciones imaginarias con España. La técnica de la agitación y el miedo llevado a escena por Sarkozy, sería como caer en la debilidad en el filo del cuchillo que corta la vanidad, y dejarse influir por el sonoro silencio de las bombas políticas, no es sinónimo de progreso, sino de estancamiento. No se debe de cegar ni ofuscar la libre decisión del ciudadano francés, libre y soberano, exento de falacias y mentiras por atrampadas comparaciones con España, como está haciendo su actual y mal intencionado presidente, que anda buscando el voto del sobresalto y la aprensión, para hacer desconfiado al francés asustadizo, que ve como aumenta su tasa de desempleo, aunque sean éstos un pueblo trabajador incansable y ya no confíen en su egocéntrico presidente, pues tampoco deben de ser recelosos de iras y versarías de la entendible indignación. Pues nada puede hacer que se tambaleen las ideas y los modelos del firme pensamiento del ciudadano francés, construidos a forja de trabajo y lucha del camino andando en Europa durante tantos años, ni ser títeres del sonoro silencio de las locuras de las derechas, que van chocando como placas tectónicas políticas; como un volcán cabreado, saliendo de su letargo más oscuro, con una Marine Le Pen siempre peligrosa, cuyas palabras son como la lava que pueda abrasar a un tercio del electorado francés que no ha de ver en peligro sus libertades, ni contemplar los pasos de las familias francesas como retroceden viendo en la política un lugar de desconfianza. Pues la libertad, hay que rehacerla a cada hora. Porque la libertad no está exenta de riesgo, y no hay que dejarse asenderear por aquellos que dan abrigo de los muros invisibles del miedo imaginario que siempre es resultado de la gris ceniza y de la mala hostia. Desnudos y vulnerables, se muestran y se asientan condiciones favorables de regeneración en la vieja y añeja Europa, pues una conversación entre ausentes no es inteligente ni mucho menos aplicable para soluciones de buenas praxis políticas, de una Francia, que merece un guiño alentador del horizonte próspero para mantener el buen deseado nivel de vida de sus ciudadanos. Y utilizar el pasado victimológico de Sarkozy y su crítica alocada y esquizofrénica, no es buen remedio de un hombre que anuncia placebos. Y aunque va poniendo de ejemplo la economía española como arma política, es cosa tan vil como poco caballeroso. Pues hay una sonrisa detrás del sonámbulo pensamiento del ciudadano galo, que desea dibujar con su voto el instante que dura la estéril esperanza de relucientes libertades, que no anulan un mañana de amaneceres mucho más dulces y sostenibles. No somos dueños del futuro, y ni mucho menos videntes profetisas del mañana siempre incierto, siempre ambiguo. Y en el tono artificioso de la política francesa estará la clave para contestar a la señora Merkel, sin sumisión ni doblegamientos, a la Alemania de guardados muros que marca la pauta del pentagrama para que suene la música en Europa. Si no, saber adaptarse a un mundo que está cambiando con un punto de inflexión y del pensamiento que parte del programa electoral de François Hollande, que podría mostrarnos la otra cara de la moneda que es cruz más que cara, para desatascar el desordenado enjambre de la arriesgada y compleja situación de la política francesa actual, que deambula entre el miedo y la esperanza de un mañana incierto y miedoso.

Sarkozy, fue ministro del interior y muy dado a “cazar” emigrantes, haciéndolos culpables y sospechosos de todos los males y ruinas, como si fueran coartada para destronar la desesperada situación del mandatario francés en su oscuro recinto del despacho del Eliseo. Unas memorias de autócrata, son estériles como un inútil faro apagado de noche, porqué entre promesas y amenazas, tampoco es bueno dirigir un país. Subyugantemente, encontrar el equilibrio entre clases medias y trabajadoras puede ser la clave del éxito en nuestro vecino país. A Sarkozy la inmigración es algo que le molesta, que le incomoda, por no saber si dar palo o escobazo, y para qué no le escueza tanto y pueda disimular su demagogia, va diciendo por ahí que sólo él, es solución de todos los acontecimientos. Porque un "Código Napoleónico" de airadas pretensiones no le haría ningún bien ni servicio a la Europa del siglo XXI. Boceto de su propio esbozo deben acudir a las urnas los franceses con valentía y propiedad. Porque del pueblo, es de donde mana la sabiduría y la energía de un nuevo proyecto, más cerca que lejos del buen ciudadano que no tiene como oficio el odio ni la ira, de esa Francia carismática de propia personalidad, que produce en sus ciudadanos un gran bienestar que no deben de perder ni malgastar, y saber apreciar en toda su dimensión el problema para darle solución. Porqué el candil que ilumina y que traza el camino hacia el nuevo entendimiento Europeo, ha de dejar atrás, en su sombra, las malas artes de su actual presidente, y no se debe consumir del todo la esperanza para desplegar las alas y contemplar el paisaje de políticas boscosas que tapan los Campos Elíseos como una isla negra, para desvelar los misterios de las miserias poco carismáticas. Y extraer su fuerza de las urnas, que es vasija de factibles resultados del pueblo que habla por derecho y por entendimiento de lucidez propia, y con su consuelo; atajen la largueza del camino hacia una Francia de un Sakozy, que pasará a Nicolás, que como paradoja irónica y perversa, es nombre propio masculino de origen griego que significa: La victoria del pueblo. Y como dice el refrán francés: “Point d'absent qui ait raison, ni de présent qui ait tort”. (Ni ausente sin culpa, ni presente sin disculpa) Sergio Farras, escritor tremendista.