El Partido Popular está trufado de corruptos, pero se les elige reiteradamente porque “son nuestros corruptos”, porque los españoles también podrían serlo al preferirlos a los que se dicen honrados de otros partidos.
Los sondeos electorales de este septiembre afirman que, de haber unas nuevas elecciones en diciembre, las ganaría el PP e incrementaría su poder hasta los 144 diputados, siete más que los 137 logrados en de la repetición electoral del 26 de junio.
Al contrario, sus opositores perderían representatividad, pese a sus juramentos de integridad y limpieza.
Si Mariano Rajoy perdía 63 diputados –de 186 a 123—en las elecciones de diciembre de 2015, su principal contendiente, Pedro Sánchez caía de 110 a 90, mientras aparecían los nuevos Podemos y Ciudadanos.
Pero el 26 de junio el PP se recuperaba parcialmente: subía hasta los 137, y el PSOE volvía a perder cinco y quedaban en 85, que según los sondeos serían 80-81 de haber nuevas elecciones en diciembre.
Lo que, con sus 144 posibles el PP tendría 63 diputados más que a Pedro el Limpio, mientras que Podemos y Ciudadanos variarían poco, aunque con leves bajadas.
Todos los días aparecen casos de corrupción del PP en los medios y en los juzgados. La mayoría viene del pasado: Bárcenas, Matas, Gürtel, y tantos otros.
Todos denuncian como culpable a Mariano Rajoy por estos y otros casos, pero como el boxeador tumbado que noquea al rival en el último asalto, él siempre se recupera.
Podría encontrarse una explicación en que los españoles creen que “Vale más corrupto conocido que virtuoso por conocer”.
Sí, se diría que piensan que los honrados se harán corruptos en cuanto puedan, lo que quizás sea cierto porque ellos mismos, los electores, tendrían igual conducta en similar situación.
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