Electrick Children, un viaje de parte de Rebecca Thomas

Rachel, Julia Garner, encontrándose con Las Vegas y consigo misma por primera vez.

Una película puede estar llena de tópicos, de lugares comunes y de momentos predecibles pero que igualmente sea válida y recomendable. En este caso es en el que se encuentra el trabajo de Rebecca Thomas que a lo largo de una hora y media no descubre un mundo totalmente nuevo, al menos desde los ojos de sus participantes.

Rachel es una joven que acaba de cumplir quince años, pertenece a una comunidad Amish de la que su padre es el Pastor, interpretado por Billy Zane (actor que merece una segunda oportunidad en Hollywood) y nada parece que vaya a cambiar esta paz, pero los caminos de Dios obran de forma misteriosa. Una noche escucha una cinta de casette de color azul y al igual que la virgen María quedará encinta de forma milagrosa, pero su propia familia no lo ve así culpando además a su propio hermano. Esa noche ella se fuga y todo lo que conocía quedará atrás para siempre. Su carrera contra un destino que no quiere tiene la víctima involuntaria de su hermano que sin quererlo se ve arrastrado hasta Las Vegas, y allí descubrirán que mucho de lo que creían saber no eran más que sombras en una caverna.

A partir de este punto si uno ha visto algo de cine puede tener más o menos una idea de cómo terminará, y es cierto que es muy predecible. Los personajes no dejan de ser estereotipos que todos conocemos, empezando por los dos angelicales protagonistas, pasando por el joven llamado Clyde que será su compañero (el niño rico que rechaza serlo) y mejor no entrar en los secundarios que no serán más que esbozos muy superficiales sin entrar realmente en algo con un poco más de poso.

Esta película bien puede encuadrarse como una road movie, encaja a la perfección con ese término y el viaje de crecimiento que se muestra tiene su claro reflejo en el real que se sucede a lo largo de todo el metraje. Ellos cambiarán igual que el paisaje que vamos viendo desde la comunidad Amish a la llamada ciudad del pecado, Las Vegas, y esos desiertos americanos que tan habituales son en cierto tipo de historias. Rebecca Thomas intenta hacer algo a mitad de camino entre Casi Famosos y Thelma & Louise, dos obras de visión obliga y la última uno de los tesoros descubiertos por Seminci, pero ese lo intenta es la palabra exacta ya que no logra alcanzarlas pero sí deja muy buen sabor de boca y las ganas de saber qué pasa después.

Por otro lado me ha sido imposible no pensar en el libro En el camino (o En la carretera según la traducción) de Jack Kerouak con su narración sobre la América de mediados del siglo pasado, en ese trayecto que parece que nunca va a terminar y en el que cada kilómetro que recorren les hace ser personas distintas. Esto mismo es lo que sucede en Electrik Children pero además regado con un buen ritmo visual y narrativo además de una banda sonora muy bien seleccionada.

También nosotros salimos de otra forma, quizá reflexionando sobre lo que acabamos de ver y es que a pesar de los tópicos la crítica no se deja de lado en ningún momento. El ataque voraz a la doble moral, al mundo de las apariencias, al rechazo que tenemos de nosotros mismos y a las dobles intenciones de muchos es contante y bastante feroz. Se oculta bajo una capa de comedia, tienes ciertos momentos que resultan realmente cómicos y probablemente más de un espectador se quede solo con eso, es su decisión, pero aquellos que quieran ir algo más podrán hacerlo y tras quitar la pintura que hay en la superficie podrán ver el cuadro completo.

Electrik Children no pasará a la historia. No es una película que vaya a marcarnos para toda la vida pero tampoco es un producto de consumo rápido para ver y olvidar. Es un viaje en el que tenemos dos opciones, montarnos en la furgoneta o quedarnos en tierra. Y dentro de diez años recordaremos este viaje y sonreiremos.

Doc Pastor

Escribo de cine, cómic y lo que haga falta (ahora un libro divulgativo). Fundador-Director Editorial de Ruta 42, coleo por más sitios. Mi perrito se llama Loki.

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