Por alguna razón, decir que has estudiado psicología suele generar conversaciones relacionadas con el tema en las personas que están alrededor. Lo que me resulta interesante de estas situaciones, es el contenido de los temas que pueden surgir al hilo del tema, relacionadas casi siempre con los malestares emocionales propios o de los demás.
Es una oportunidad muy buena para ver de qué manera cada persona intenta resolver lo que le ocurre, lo que le hace sentir mal o lo que nos genera algún tipo de problema. Y es que cuando se dice que cada persona es un mundo, es cierto: hay quien opta por la meditación, el yoga, el deporte, el estudio, una actividad manual o incluso algún tipo de terapia alternativa.
En principio todas válidas si lo que intentan reducir un pequeño malestar y aumentar el bienestar y la creatividad del que la practica ¿no?
Igual siempre no
Hace unos días, esperando nuestro turno para hacer el examen oral de francés, salía la típica conversación de a qué nos dedicábamos cada uno:
- Y tú ¿qué has estudiado?- me pregunta una compañera.
- Estudié psicología.
-¡Jo! Entonces tienes que conocer la última terapia que han sacado contra el estrés, la ansiedad, la depresión y el insomnio- me comenta.
-Pues no he oído nada. ¿En qué consiste?
- ¡Dicen que es una pasada! Son dos electrodos que te pones en el hombro o en los lóbulos… no sé! y que te deja como nueva. Son corrientes eléctricas.
- Pues si… parece una terapia curiosa.
No la conocía ni había oído hablar de ella pero pensé: – bueno, al final, el cerebro tiene zonas funcionales diferenciadas y la comunicación entre zonas se realiza con impulsos nerviosos que realmente son corrientes eléctricas.
De hecho, ahí están intervenciones como la terapia electro-convulsiva utilizada durante algunos años y que fue muy criticada en su momento pero que fue en parte el inicio de la actual electroestimulación craneal profunda dirigida a enfermedades mentales muy invalidantes.
De todas formas, me resultó raro pensar en superar una depresión o un trastorno de ansiedad con un par de electrodos en la oreja sin más.
Como me pasa otras veces, en cuanto llegué a casa, me puse a investigar sobre la técnica en cuestión y no tardé en encontrar el aparato del que seguramente me hablaba la compañera. Y sí, efectivamente consistía en una pequeña central y dos pinzas para ponerse en los lóbulos. Según relataban, ¡quitaba todos los males psicológicos de forma indolora !
Se veía a una mujer probando la máquina que cambiaba gesto al instante de colocarse los electrodos. Al mismo tiempo, aparecían unos mensajes relatando sobre qué tipo de malestares actuaba Nerviosismo, ansiedad, depresión, insomnio… desaparecerían con ¡nada! un ratito en la máquina.
Y ¡no solo eso! ¡La máquina te convertía en una persona con carisma!
La ansiedad, la depresión, son respuestas emocionales a la realidad de la persona que requieren de un tratamiento global para su mejoría.
Vamos, que estuve a punto de encargar una.
Aunque al final, cerré el vídeo promocional con serias dudas sobre la eficacia del aparato.
No creo que ningún aparato por sí mismo pueda solucionar de golpe y porrazo ninguno de los problemas que proponían y mucho menos, además, darte carisma, y sin que duela.
Curarse emocionalmente suele doler. A veces más, a veces menos. Pero casi siempre duele.
Cada persona, en función de su historia, sus recursos, sus expectativas, puede elegir diferentes maneras de intentar rebajar su malestar pero creo que es bueno tener en cuenta que:
- Las soluciones mágicas no suelen existir. La mejoría temporal muchas veces derivada del efecto placebo, desaparecerá con el tiempo
- Si se actúa únicamente sobre los síntomas, las causas seguirán ahí y el problema no desaparecerá (por ejemplo usar solo medicación para problemas de sueño por ansiedad o depresión)
- Curarse de la ansiedad o la depresión no te convertirá necesariamente en un ser carismático. Te convertirá en una persona mucho más valorada y querida por tí.
Yolanda P. Luna
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