Noche de luz, risas, música y alegría,
más un peligro en las sombras se cernía.
La sinrazón de la violencia
convertida en un intolerante credo
de quienes no admiten diferencia
y buscan imponerse con el miedo.
Más tan culpables son de tan desdichada suerte
los asesinos, como todos esos mercaderes cretinos
que sólo pensaron en hacer negocio con la muerte
haciendo caso omiso al previsible destino.
Quienes a ser dioses jugaron,
exportando prepotencia y destrucción,
de la vida nunca se preocuparon
ni hasta donde podía llegar la desolación.
Noche oscura, odio, ruido, dolor,
causada por quienes abrazaron el desprecio, al amor.