Hoy en día hay aplicaciones para todos los gustos, y lo bueno es que no solo sirven para jugar, sino también para facilitarte la vida a vos.
Particulamente estoy aprendiendo (y disfrutando) dos de ellas y me encantan:
Restorando
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La peliverde, tal vez la más lenta en evolucionar, se descubre como la más humana y adolescente, siempre en busca de una identidad dividida entre dos mundos muchas veces opuestos, y dolorosamente consciente de la no relación que mantiene con el chico que le hace tilín. Cyinder es la rubia, la del reino de cinco soles (Solarïe), un hada de mamá cegada muchas veces por lo aparente y a la que no le quedará más remedio que aprender a base de golpes. Aurige es la princesa de Lunarïe (el reino oscuro), una señorita de armas tomar que daría un brazo por saber matar con la mirada y juega a ignorar a conciencia a todo hombre que se le acerque; a ella, ni tocarla, faltaría más. Y Nimphia prefiere la libertad salvaje de los vientos; qué menos cabría esperar de la hija de la soberana de Airïe, el reino en el firmamento.
Pronto reunidas, se enfrentarán al caos y la destrucción, una misión nada desdeñable, sobre todo porque su historia se enmarca en un cosmos complejo y rico en matices y subtramas, y sortear con éxito todas las desventuras no iba a ser moco de pavo. Aunque, tranquilidad, pues las hadas de G. Rivero son protagonistas hechas y derechas, no hay nada que se les resista y abrazan siempre la rebeldía.
¿Qué tienen, por tanto, las cuatro en común, además de su sangre feérica y que hacen lo que les viene en gana? La total y absoluta independencia respecto al sexo opuesto: si se caen, se levantan; si sangran, ellas buscan gasas y tiritas; si tienen hambre, hacen magia; si toman sus reinos, ellas los reconquistan; si hay que moverse, se hacen con el volante del mustang; y si se enamoran, ni hablar de ir de tontitas. A su aire, luchadoras (no necesariamente literal, no con los puños), inteligentes, valientes, divertidas y sin un bofetón en la cara por lelas: eso y más son nuestras hadas. Menos mal que la autora cuyo imaginario nos ocupa dio a luz a unos personajes redondos, poderosos y alejados del drama, porque de haberlos pintado pusilánimes o facilones, por mí como si se hubieran caído por un pozo para no salir jamás.
► Contar con naturalidad
Bárbara G. Rivero, además de aclamada escritora, es médico de urgencias y a lo largo de su carrera se ha encontrado con muchísimos casos de chicas en situaciones poco favorables; en gran parte debido a los prejuicios que todavía hoy tiñen nuestra educación, y también por culpa de una sociedad que aún debe aprender en materia de igualdad. En palabras de la autora, “(…) todo no es tener un novio, casarse y adiós, hay mas cosas que pueden hacer por sí mismas. No hace falta tener hechizos mágicos ni nada. Laila lo hace todo por ella misma, lo hace con esfuerzo y consigue las cosas. Quiero que las chicas a quienes enfoco el libro descubran que hay muchas más cosas que vaguear en el sofá y dar por sentado lo que les dicen padres y amigos”.
Las palabras de la autora y las de mi propia cosecha evidencian uno de los mensajes que recorren con brillantez la obra: esta historia resulta positivamente feminista (ojo con sacar el término de contexto).
Cuando se avanza por las páginas de Laila Winter, sobre todo en su primera novela, relampaguea un detalle curioso y constante del que cuesta darse cuenta: apenas hay personajes masculinos; los hombres que aparecen son contados y, por lo general, de poca importancia (la cosa cambia un poco en la segunda entrega de la saga, con los fieros y torpes señores de los vientos). ¿Cómo un libro dominado en número por mujeres que son dueñas y señoras de su mundo y el orden de la vida, no dispara las alarmas para que pensemos “y dónde están los otros”? Si a la inversa no nos rechinan los dientes lectores, tampoco debería ocurrir lo mismo en una historia de féminas; y, sin embargo, lo hace; qué primitivo. A pesar de eso, Bárbara G. Rivero es lo suficientemente hábil como para meterse debajo de nuestra piel y hacer de su universo imaginado y repleto de mujeres una realidad absolutamente natural.
s, te mando recordatorio de la fecha y hora que podés usar para insistirle a tu pareja que por favor llegue temprano. :o)
Hellofood
Pero te puede pasar que no siempre podés (o querés) salir y preferís quedarte en tu casa. Ya fue hacer el listado de empanadas y dictarselo al operador con la alta probabilidad que se equivoquen. Pedir empanadas y que el menor de tus hijos no reciba la solicitada puede ser el inicio del caos.
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¡Que lo disfrutes!
► Una realidad que aboga por el equilibrioNuestras cuatro hadas son románticas y bondadosas (alguna muy, muy, muy en el fondo), tan traviesas como cualquier buen duende que se precie y, desde luego, luchadoras; luchan por ser ellas mismas, superarse y vencer las adversidades, sin depender de nadie del sexo opuesto y entregar sus corazones a la primera de cambio. Lo que Bárbara ofrece es un mundo madurado, trabajado y real, donde las chicas han de quererse a sí mismas primero y no se sientan al calor del fuego esperando al hombretón de capa y espada de todo cuento de princesitas tontas.
Algo similar les ocurre a protagonistas de otros relatos: la tributo Katniss (Los Juegos del Hambre), la bruja Hermione (Harry Potter), las chicas de La Orden de la Academia Spence o Wynter (El trono envenenado). Sin embargo, la diferencia entre ellas y las hadas de G. Rivero radica en que sus universos son dos opuestos: mientras la gaditana arma un mundo de igualdad, las demás han de conformarse con rebelarse en un mundo de hombres.
¿Que las mujeres de Bárbara hacen y deshacen a su antojo, con o sin hombres a su alrededor? ¿Que los niños, chicos y maduritos existen en condiciones de igualdad con cualquier fémina, sean profesores, vendedores, escoltas, reyes o piratas? Pues estupendo, así debería empezar a funcionar el mundo real.