En 1991, apareció un disco extraño de Kraftwerk. Extraño porque no era un trabajo con nuevas composiciones. Tampoco una grabación en directo ni un recopilatorio al uso. Se trataba de una colección de regrabaciones de viejos éxitos de la banda adaptadas a la tecnología del momento. Pese al título, “The Mix”, no se trataba de un disco de remezclas puesto que todo lo que en él aparecía era material grabado para la ocasión. La banda venía de un largo silencio de cinco años que, a su vez, venía precedido de otro similar. Wolfgang Flur acababa de dejar el grupo y otro de los miembros de la formación clásica de la banda, Karl Bartos, estaba a punto de hacer lo propio, descontento por la inactividad del grupo en aquellos años. Bartos quería hacer otras cosas y poco después de dejar Kraftwerk comenzó a darle forma a sus ideas.
Inicialmente se asoció con Lothar Manteuffel, antiguo letrista de la banda alemana Rheingold pero la colaboración se limitó finalmente a unas pocas canciones. Quien sí tuvo más peso en el proyecto fue el cantante de Orchestral Manoeuvres in the Dark, Andy McCluskey, quien acababa de reorganizar la banda tras la salida de la misma de Paul Humphries. Casualmente, el primer disco de los nuevos OMD iba a incluir una versión de “Neon Lights”, el clásico de 1978 de Kraftwerk. En el debut del nuevo proyecto de Bartos participaría también el polifacético Emil Schult, antiguo colaborador de la banda alemana. El proyecto de Karl Bartos iba a llevar el nombre de Elektric Music e iba a mantener muchos puntos en común con los últimos trabajos de Kraftwerk pero mirando también hacia otros territorios que nos atrevemos a afirmar que no habría pisado de haber seguido en la banda. El trabajo de debut de Elektric Music llevaría el título de “Esperanto” y aparecería en 1993.
Karl Bartos“TV” - El disco se abre con un tema que perfectamente podría haber formado parte de “Electric Cafe”. Sonidos típicos de Kraftwerk, ritmos robóticos e incluso un tema central evidentemente tecnológico como es la televisión. Quizá lo único que no encaja bien con el estilo de la banda alemana es un tono mucho más alegre en la melodía principal y una forma de cantar mucho más “humana”.
“Show Business” - Se produce ahora un giro hacia un pop electrónico más cercano al que sonaba en las radio-fórmulas en la segunda mitad de los ochenta, probablemente por la aportación de McCluskey, quien aparece acreditado como uno de los autores de la pieza. Así como al escuchar el corte inicial es imposible no pensar en Kraftwerk, los vestigios de la banda son casi imperceptibles en este.
“Kissing the Machine” - Lo mismo que ocurría en “TV” con Kraftwerk sucede en esta canción con OMD y es que todo en ella recuerda al grupo de McCluskey que, además, es el cantante del tema. Se trata de un medio tiempo con un bonito estribillo instrumental que se repite continuamente a lo largo de la canción.
“Lifestyle” - Volvemos a Kraftwerk con un riff inicial innegablemente inspirado en el de “Computer World”. Sin embargo, más allá de esa referencia que suena de forma constante durante toda la pieza, el tema va mucho más lejos, mostrándonos una electrónica compleja con un excelente trabajo de sampling y de distorsión de voces para formar ritmos de un modo que nunca intentó el cuarteto de Düsseldorf. Probablemente esta era la evolución imposible que Bartos tenía en mente cuando decidió dejar la banda.
“Crosstalk” - Fue el primer single del disco y, aunque recurre a las voces robóticas que fueron seña de identidad de Kraftwerk, el sonido incorpora muchos elementos que lo hacen bastante diferente más allá de algunos detalles. Es uno de los dos cortes en los que aparece acreditado Emil Schult. No es nuestro tema favorito del disco pero no está mal.
“Information” - Tras una larga introducción a base de voces y efectos sonoros, todo se acelera de repente entrando de lleno en ritmos discotequeros con toques de acid house salpicados de ráfagas sonoras heredadas de “The Robots”. Es una pieza agresiva y con una orientación poco disimulada hacia la pista de baile. Funciona aunque quizá se haga algo larga. No en vano, con sus ocho minutos y medio es el corte más largo del álbum.
“Esperanto” - Una canción curiosa ésta en la que se mezclan ritmos y timbres más o menos habituales en la música de Kraftwerk con una interpretación vocal y un estribillo que encajarían mejor con otros estilos musicales que empezaban a despuntar en los primeros noventa como el “grunge”. En cierto modo suena como lo haría un cruce entre Kraftwerk y The Prodigy.
“Overdrive” - Pone el cierre otro corte en la línea del anterior “Information”. Muy rítmico y bailable con el uso del vocoder como principal nexo con la etapa anterior de Bartos. Un despliegue de energía muy convincente con el que se cierra un disco notable.
No es común que los miembros de una banda tan influyente y con un estatus de leyenda como tiene Kraftwerk apenas tengan carrera en solitario. De los cuatro integrantes de la alineación clásica del grupo, el único con una cierta trayectoria fuera de la formación es Karl Bartos (Wolfgang Flur tiene colaboraciones puntuales con otros artistas pero de escasa relevancia en general). Tras “Esperanto”, Bartos publicó otro disco como Elektric Music y varios más ya con su propio nombre. En general, todos ellos son una buena alternativa para los fans de Kraftwerk ante la escasez de nuevas grabaciones de la banda en las últimas décadas. Especialmente si no quieren irse hacia clones más o menos afortunados como Komputer, de quienes ya hemos hablado aquí alguna vez. "Esperanto" es un trabajo que ha ganado mucho con el tiempo. Posiblemente porque cuando apareció, lo último de Kraftwerk estaba aún reciente y nada hacía prever la larga sequía en la que iba a entrar la banda desde entonces. Desde ese punto de vista, el disco de Bartos era para muchos una anécdota que hoy en día se ha revelado como mucho más importante de lo que pareció entonces.