Revista Insólito

Elementos de poder del chamanismo

Publicado el 19 octubre 2018 por Redespress60

El chamanismo practicado desde la noche más oscura de los tiempos no murió con el progreso científico como pudiera creerse. Antes bien, sigue vigente y se practica aún en muchos lugares de nuestro planeta. Y no sólo entre los indígenas de los pueblos más atrasados. Cada vez hay más médicos y naturópatas interesados en el trasfondo que subyace en esa forma holística de curar. Los brujos y curanderos de las tribus indígenas primitivas sabían lo que hacían, aunque mucha gente hoy piense lo contrario…

Elementos de poder del chamanismo

El chamán es el médico, el mago, el sacerdote, el místico y el poeta de ciertas sociedades tribales de Asia central, África o América. Además y sobre todo el chamán es alguien que puede viajar mediante su vuelo mágico a través de un axis mundi invisible para el común de los mortales para reunir los tres mundos que conforman la totalidad del universo. El chamán une lo visible con lo invisible, los infiernos con el alto cielo, y en estos viajes conversa y adquiere la sabiduría de los espíritus que habitan estas regiones.

Algunas tribus consideran al chamán como una especie de semidiós y solicitan sus servicios para curar enfermedades; sin embargo, estos magos son conscientes de que no poseen ciertos dones de los que sí disfrutan algunos animales, como la capacidad de volar. Así pues, llenan sus trajes de plumas, hojas de maíz y elementos que emulan las alas del pájaro para “volar” hacia el mundo superior.

Las plumas y los flecos son elementos recurrentes en todos los trajes de chamán, independientemente de su procedencia, así como los apliques metálicos que se sujetan a las telas. Las culturas con tradición chamánica confeccionan estos trajes zoomórficos de forma artesanal, habitualmente con piel de nutria y de reno. A estos híbridos atuendos, que buscan una conexión constante con la naturaleza como proveedora de poderes mágicos, no les faltan los complementos: sombreros, máscaras y guantes contribuyen al boato del ritual que llevan a cabo los chamanes, que buscan el trance a través de la música, los psicotrópicos y la metamorfosis.

Para su labor diagnóstica y curativa el chamán, que actúa fuera del cuerpo físico, necesita una serie de herramientas simbólicas que le facilitan la labor y le permiten una mejor concentración en su trabajo. Y llama la atención que estas herramientas se han repetido -sin apenas variaciones- en todas la latitudes y en todas las culturas.

Elementos de poder del chamanismo

El animal de poder

Todas las cosas del Universo tienen espíritu y vida. Las rocas, la tierra, el cielo, las aguas, las plantas y los animales son diferentes expresiones de consciencia, en reinos y realidades diferentes. Y todas las cosas del Universo saben de su armonía con todo lo demás, y saben como darse uno al otro, excepto el hombre. De todas las criaturas del Universo, sólo nosotros no comenzamos nuestras vidas con el conocimiento de esta gran armonía. Nuestro espíritu puede llegar a ser completo mediante aprender a buscar y a percibir, aprender sobre nuestra propia armonía con todos nuestros hermanos del Universo.

Cada uno de nosotros tiene un animal particular como su medicina personal. Los Tótems o Animales personales de Poder son los espíritus protectores que nos ayudan tanto en nuestra vida cotidiana como en nuestra búsqueda espiritual de armonía. Son comúnmente un reflejo del yo más profundo, y también representan las cualidades necesarias en este mundo, pero que con frecuencia están ocultas u oscurecidas.

Una forma efectiva de invocar su protección es mediante una parte de ese animal. Las plumas de águila son utilizadas entre los chamanes de Norteamérica para favorecer a su tribu en una próxima batalla y la uña de coyote es entregada por el chamán al individuo que va a emprender un viaje, como espíritu protector. Entre los hechiceros del Amazonas, es frecuente utilizar plumas brillantes y coloridas para invocar a los pájaros como aliados en una conquista amorosa. Los chamanes pertenecientes a las tribus que habitan en el desierto mexicano suelen invocar como aliados a las lagartijas: es común que guarden entre sus objetos mágicos una lagartija seca. Este animal, como aliado de poder, otorga velocidad en los movimientos y rapidez en los reflejos.

Citando a los escritores Jamie Sams y David Carson en Medicine Cards: “Cuando exhortas el poder de un animal, estás pidiendo ser envuelto en armonía completa con la fortaleza de la esencia de esa criatura. Adquirir comprensión de estos hermanos y hermanas es un proceso de curación y debe ser abordado con humildad e intuición. Ciertos aspectos de las lecciones dadas por estas criaturas han sido elegidos para reflejar las lecciones que cada espíritu necesita aprender en el Buen Camino Rojo (camino de la vida inspirado en creencias amerindias). Estas son las lecciones de ser humano, de ser vulnerable y de buscar la totalidad con todo lo que existe. Son parte del camino hacia el Poder. El Poder yace en la sabiduría y la comprensión del papel de uno en el Gran Misterio, y en honrar el hecho de que cada cosa viviente es un Maestro”.

La máscara

El origen de la máscara se remonta a los comienzos de los tiempos y se pierde en la más remota antigüedad. Se supone que su invención se debió a la relación con los cultos religiosos del hombre primitivo. Desde tiempos inmemoriales su uso cubrió diversas necesidades, unas religiosas, otras festivas, artísticas o incluso terapéuticas. En cierto tipo de comunidades la máscara era vista también como portadora de poder político. 

La máscara de poder es uno de los elementos sagrados más importantes del chamanismo utilizado ancestralmente en las culturas indígenas como una gran herramienta de auto-conocimiento. Conocida también como el “Espejo del Alma”, la máscara revela la propia verdad, la sabiduría interior y se utiliza sobre todo en los procesos de sanación, pero también sirve para despertar esos dones o habilidades latentes como desarrollar la intuición, ver el aura, profetizar el futuro o sanar con las propias manos.

Las máscaras han sido una parte importante de las creencias tradicionales en muchas culturas africanas durante miles de años. Realizadas con hojas, paja, tallos, fibras vegetales y animales, madera y textiles, simbolizan el culto a los espíritus de los antepasados y representan un papel muy importante para los chamanes durante las conmemoraciones de los ritos y el ciclo de la vida. De acuerdo con las creencias tradicionales, durante la ceremonia, la música y el baile frenético, sostenido con tambores, transforman al portador de la máscara en un espíritu, que en situación de trance logra comunicarse con los antepasados.

El entendimiento de estas prácticas rituales, en el que la identidad de las personas que danzan enmascaradas se mantienen siempre en secreto, habilita dos aspectos, dos tipos de comprensión, uno de ellos es el culto y el otro la cultura; según los indígenas puede haber un conflicto religioso para las personas que veneran máscaras, pero no hay ningún conflicto desde el punto de vista cultural.

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Entre el poder y al arte

La presencia de la máscara alude, sin más, a la identidad del hombre. Es como un rostro reversible que para unos representa protección contra ciertas fuerzas sobrenaturales, o bien propicia y da ayuda a los humanos en momentos de apuro y peligro. A veces sucede que gracias a la máscara el individuo se transforma en otro, su identidad cambia por momentos, y es entonces cuando la persona experimenta vivir bajo otra piel; de ahí lo excitante de los carnavales.

En alguna regiones de Suiza se tiene la tradición, desde principios del siglo XIX, de salir por bosques o calles durante los días de carnaval con máscaras para vengarse de los demás e infundir miedo a la población. Este tipo de máscaras carnavalescas suizas tiene rasgos expresionistas a veces muy grotescos y acentuados. En cambio, en ciertas comunidades indígenas como en Malí, Liberia, Alaska y Nueva Guinea, existe la creencia de que la máscara encarna el espíritu de un animal totémico o de un muerto. Por eso muchas veces el chamán hace una danza ritual enmascarado para entrar en contacto con el más allá. La persona que ejecuta la danza lleva a cabo una sofisticada pantomima y va vestida con un traje largo de fibras de árbol. Sus movimientos son aparatosos y rapidísimos acompañados de música estridente, mientras que el pueblo entero sigue al danzante durante su baile.

En las altas tierras del Tíbet la máscara es un elemento importante para algunas ceremonias budistas, pues ésta actúa como un medio de protección y es capaz de invocar a la divinidad. También se la utiliza para protegerse de los demonios que presuntamente pueden atacar al hombre. En algunas sociedades indígenas de Camerún la máscara posee un enorme poder, indica la autoridad que tiene un mandatario y hace ver el alto cargo político que lo distingue. En ocasiones ciertas máscaras pueden revelar cuando un dirigente es un incapaz o un corrupto. En los grupos llamados ‘Pende’, de África Central, la máscara forma parte del ritual de iniciación para que los jovencillos sean admitidos como hombres dentro de la comunidad de adultos.

El sonido

La maraca de coco es un instrumento inspirado en el chamanismo. Se utiliza en rituales y ceremonias de carácter mágico. La sonaja hecha de forma totalmente artesanal, tiene en su interior una semilla de gran tamaño que al agitarse golpea la cáscara de coco produciendo un sonido seco y hueco. Permite por su especial sonido, tanto ser utilizada para marcar un ritmo, como para producir sonidos que evocan la jungla ancestral. Al agitarla por encima del cuerpo del enfermo, sus cambios de sonido, apreciados por el chamán por su entrenamiento, tienen una significación muy similar a la del péndulo.

El péndulo es un elemento imprescindible. Posiblemente sea uno de los utensilios más antiguos y que está presente en todas las culturas. Permite poner en comunicación el consciente con el subconsciente y, de esa manera, localizar la zona del cuerpo donde pueda existir el desequilibrio de la enfermedad.

El cultrum es un instrumento de madera en forma cóncava y que está hueco por dentro; lo cubre el cuero de un animal, como puede ser un caballo, un alce, entre otros. En la antigüedad, el cuero que cubría la parte superior del cultrum debía ser el de un animal que el propio chamán cazara en el bosque; este animal iba a ser el animal protector a través del cultrum; el animal pasaba su poder a través del instrumento y ayudaba al chamán en sus artes adivinatorias o de sanación. También el cultrum podía ser heredado de otro chamán. Es un método que se usa hoy en día, dado que el ser humano casi ha extinguido a la mayoría de los animales considerados como animales de poder, y es un difícil conseguir un cultrum. De la misma manera, ante la prohibición generalizada de la práctica de la caza, ya no se puede hacer uno mismo su propio tambor. Al cultrum se lo puede encontrar en las comunidades indígenas que se han dedicado ancestralmente a realizar este instrumento o bien conseguir los elementos necesarios y mandarlo a hacer por una persona experimentada.

El sonido, mediante sus vibraciones, crea las diferentes formas que podemos percibir. Según la tradición budista, ese sonido es el OM; una vibración universal y eterna. Para el budismo todo es OM, el universo es OM. Para el chamán, el sonido del cultrum representa el sonido que emite la tierra. La tierra está viva como lo están todos los seres que la habitan y dependen de ella para vivir. El sonido necesario para entrar en una conciencia más amplia, debe ser producido por 160 a 180 golpes por minuto. Así se puede representar el latido terrestre. Al escuchar este sonido, cualquier persona puede entrar a un estado de sensaciones distintas a las acostumbradas.

Los sonidos de la tierra, representados a través de los toques incesantes del tambor, permite alinear nuestra conciencia con la de la tierra. De esta manera, se establece entre la persona que escucha el tambor y la tierra, una especie de conexión directa. Esta ligazón permite, además, alinear diferentes planos de percepción. En este sentido, el sonido del tambor abre mundos de percepción nunca antes imaginados.

El sonido de los tambores penetra en el órgano auditivo tan profundamente que lleva a la persona hasta un estado de su conciencia, en dónde la mente frena su forma de hablar compulsiva. Este estado de conciencia es una alteración de todos los patrones habituales de comportamiento; cuando el ser humano se libera por unos instantes de los mandatos de su comportamiento acostumbrado, libera en todo su ser una energía curativa innata.

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Danza y cantos de poder

Durante siglos casi podría decirse desde los albores de la humanidad, los chamanes han actuado como intermediarios entre los individuos de su comunidad y los espíritus superiores. Estos sabios poseen los poderes propios de un sacerdote, un anciano de gran sabiduría y un médico hechicero. Su religión está basada en el éxtasis y en una conexión natural entre todos los elementos de la naturaleza. Desde su punto de vista, ningún elemento o ser de este mundo es considerado de poca importancia, ya que todos pueden oficiar como poderosos aliados. En base a esta concepción de unidad “mundo-hombre”, los chamanes recurren en danzas y rituales a todos los elementos y seres del universo.

La danza chamánica es una manera de viajar y lograr un estado alterado de conciencia útil a través de la música y el movimiento. Desde el principio de los tiempos han existido danzas y cantos de poder. Los antiguos veían la naturaleza, y todo lo que ella comprende, como una manifestación de lo Divino. Imitar a la naturaleza era visto como una manera de conectar con los Espíritus. Por lo que, para muchos, este fue el origen de la danza.

Casi todos los ritos chamánicos comienzan con una purificación del oficiante, del paciente y de sus acompañantes. Puede hacerse a través de una fumigación con hierbas sagradas, por un baño ritual o por el antiguo sistema del vapor que ha dado origen a las saunas finlandesas o a los baños turcos. También es frecuente un ritual de ofrenda y propiciación -como en el vudú o la macumba- a través de movimientos rítmicos de baile y consumo de sustancias más o menos alucinógenas como el trabajo de ayahuasca andino o amazónico. La danza chamánica tiene dos objetivos fundamentales: limpiar e inducir. El primero se consigue en los niveles físico y no físico liberando las tensiones musculares, desbloqueando las obstrucciones de energía y disolviendo los “nudos” emocionales, mentales y espirituales.

Es conocido que las diferentes culturas de todo el mundo han experimentado algún tipo de música chamánica o danza basada en la imitación de los animales y los elementos de la naturaleza. Los chamanes agregaron a sus danzas y cantos el pulso del planeta, también incorporaron la fuerza del agua, el aire, el fuego y la tierra. Con el baile y el canto los chamanes tratan, sobre todo, de obtener valor, compasión, predecir el futuro a través de visiones, hablar con los Espíritus o sanar.

El tratamiento chamánico

Como todos los médicos, el chamán cura a base de consejos de régimen de vida que entienda pueden armonizar al paciente con el mundo que le rodea. En muchas ocasiones puede entrar en un estado alterado de conciencia para acometer una curación directa intentando equilibrar “desde dentro” las alteraciones que advierte en su cliente. Sería interesante investigar si este mecanismo chamánico pudiera explicar muchos milagros de santos místicos en alguna de nuestras religiones más elaboradas.

Desde luego, no va a curar una tuberculosis o un cáncer pero sí puede resolver muchos trastornos de adaptación al medio, que viene a ser uno de los problemas más extendidos de nuestra civilización tecnológica. Y, por supuesto, es un abordaje diferente del arte de curar que merecería la pena estudiar con más detenimiento y rigor.

Fuentes: EFE // Redalyc // SWI // MartínArmando// Parapsicología CABA


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