Revista Coaching

Elige tus batallas

Por Un Tipo Con Suerte @untipocnsuerte
Mi jefe no me hace ni caso. Siempre que le propongo algo me dice que no. Nunca escucha mi opinión. Nunca se hace lo que digo yo...

¿Te suena? Pues por desgracia creo que sí. Muchos días, sobre todo lunes, se nos llena la boca de quejas de este tipo. Como puedes imaginar, esto no trae ni buen rollo ni suerte. Así que este #miercolesdesuerte comparto contigo unos truquillos  para que empiecen a tenerte en cuenta en tu trabajo.


¿Son hechos objetivos?

Bueno, lo primero que te recomiendo es que reflexiones si esas quejas son hechos objetivos. ¿Es cierto que tu jefe no te hace ni caso? ¿No te dirige la palabra? ¿No te saluda? ¿No escucha cuando le hablas? ¿Nunca se hace lo que tú quieres? ¿No recuerdas ni una sola vez en que se hiciera lo que tu querías? ¿Ni una? ¿De verdad?

Como ves, seguramente ese discurso de lunes no suele ser muy objetivo. Así que te recomiendo el siguiente paso:


Reformula

Tan sencillo como darle una vuelta a las frases para cambiarlas por otras más objetivas. Para ello te dejo un par de trucos:

Elimina exageraciones: siempre, nunca, todo, nada... Son palabras bastante absolutas que rara vez describen lo que pasa de verdad.

Especifica: muchas veces hablas en general cuando el problema es algo específico. ¿Tu jefe no te hace caso o tu jefe no te ha hecho caso hoy? ¿O tu jefe no te hace caso en un tema en concreto? Cuanto más especifiques, más se acercará lo que dices a la realidad.

Emocionaliza: ya hablamos del diálogo emocional y hablaremos más adelante así que hoy no profundizaré demasiado. Solo te diré que muchas veces hablas de hechos cuando lo que realmente ocupa tu mente son sentimientos. No es lo mismo decir mi jefe no me hace caso que decir SIENTO que mi jefe no me hace caso, ¿verdad?

Con estos truquillos cambiarás la forma de hablar y seguramente de pensar. Con un poco de suerte ya te sientes mejor. Pero por desgracia, algunas veces hasta tienes razón y resulta que es cierto. No te hacen ni caso. Pues para eso tengo el truco estrella de esta semana:

Elige tus batallas

Si resulta que tu jefe no te hace demasiado caso, cada decisión se convierte en una batalla. Y esto requiere de estrategia "militar". Y esta estrategia consiste en elegir tus batallas:

No luches batallas que no puedes ganar: Si tienes claro que no vas a ganar la batalla, lo mejor es que no la empieces. Centra tus esfuerzos sólo en aquellas batallas en las que tienes una posibilidad real de ganar. Como comprenderás, eso de las batallas no crea mucho buen rollo, a ti te desgasta y tu jefe se cansa.

No luches batallas por la caseta del perro: Si el objetivo no es muy importante para ti, ríndete antes de empezar. Al conceder la victoria al jefe, se rebajara la tensión general y quizás te compense en la próxima decisión.

No pienses en la batalla, piensa en la guerra: Muchas veces te embarcas en batallas y pierdes el objetivo final de tu causa. ¿Qué es lo que pretendes conseguir a largo plazo? Si quieres que tenga en cuenta tu opinión, quizás no es mala idea que le des la razón al principio para que vea que pensáis igual y así ganarte su confianza.

Date cuenta de que no hay guerra: El objetivo de tu jefe es el mismo que el tuyo, que él gane dinero (para eso te contrata). Así que los dos lucháis por lo mismo. Es posible que él no vea que con tus ideas la empresa iría mejor. Pero piensa que hasta puede tener razón. Y en cualquier caso, es su empresa, así que si la cosa no va bien piensa en Lina Morgan.



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