“Los científicos de antes etiquetaron a la grasa como el enemigo, pero estaban equivocados”.

El resultado de esta investigación, que buscó saber y medir cómo ha sido afectado el patrón dietético, no pudo ser más concluyente: “los científicos de antes etiquetaron a la grasa como el enemigo, pero estaban equivocados”.
El resumen de los 76 análisis publicados en la revista científica Annals of Internal Medicine no se queda ahí; también advierte que consumir productos demasiado magros, faltos totalmente de grasas, es lo que en realidad aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
De esa manera podríamos estar en el inicio de una época de reivindicación de las grasas saturadas, como la manteca, la leche no descremada y las carnes rojas, que podrían volver al sitio que tenían en el siglo XIX, cuando los médicos elogiaban sus virtudes.