Otra mujer dedicada a salvar vidas durante las guerras Civil española y la II Mundial.
"Siempre digo sí". Así respondía Elisabeth Eidenbenz (1913, Wila, Suiza) cuando, a lo largo de su vida, se pedía su ayuda para socorrer a los más débiles. El gran público la conoce por ser el alma máter de la maternidad de Elna, su gran proyecto: un centro en el sur de Francia en el que nacieron los hijos de centenares de mujeres refugiadas de la Guerra Civil española y la persecución nazi.
Tras estudiar en Suiza la carrera de Magisterio, Elisabeth Eidenbenz dio clases en escuelas de adultos en Dinamarca. Allí, en una sociedad que aún se lamía las heridas de la I Guerra Mundial, conoció las nuevas corrientes del pensamiento pacifista. Pero pronto encontró un espacio más amplio para luchar por sus ideales: la Guerra Civil española. Con solo 20 años, la joven maestra aparca lápices y libretas, aprende los primeros auxilios sanitarios y se integra en el primer grupo de voluntarios del SCI (Servicio Civil Internacional) que, dentro de la zona republicana, socorren a los niños y a las mujeres embarazadas.
En enero de 1939, inmersa en la marea humana que se refugia en Francia de las tropas franquistas, Eidenbenz es espectadora en primera línea de la desastrosa actuación del Gobierno francés, que, desbordado por la situación -hasta febrero, al Departamento de los Pirineos Orientales de Francia, que entonces tenía unos 230.000 habitantes, huyen más de 350.000 personas-, concentra a los refugiados en las playas de Argelers, San Cebriàn y Barcarés en penosas circunstancias: en los lugares de confinamiento, la mortalidad infantil roza el 95%.
La joven Eidenbenz se indigna ante ese escenario y busca una casa donde las prisioneras de los campos de concentración puedan dar a luz en buenas condiciones. En Elna, localidad cercana al centro de internamiento de Argelers, encuentra un castillo abandonado que ella misma repara con la ayuda de otros voluntarios. En diciembre de ese mismo año nace el primer niño de la maternidad, José Molina. Después llegarían casi 600 más, entre los nacidos de exiliadas españolas y refugiadas judías que huían de la persecución nazi. Solo Hitler pudo frenar la fuerza de Elisabeth Eidenbenz. En abril de 1944, la Gestapo cierra la maternidad de Elna. Pero el trabajo ya estaba hecho.
Su gesta, viva entre tantos republicanos e hijos de republicanos a los que libró de una muerte casi cierta, quedó en relativa oscuridad durante muchos años. Solo recientemente ha obtenido el debido reconocimiento público: en 2002, Israel la incluyó en los Justos entre las Naciones, distinción que honra a personas no judías que ayudaron al pueblo hebreo durante la persecución nazi; en 2006, el Gobierno español y la Generalitat de Cataluña le entregaron, respectivamente, la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social y la Cruz de San Jordi, y en 2007 el Estado francés le otorgó su máxima distinción, la Legión de Honor.
El 23 de mayo, tras una vida dedicada a la solidaridad, Elisabeth Eidenbenz moría en Zúrich a los 97 años.
Una artículo de Assumpta Montellà, historiadora y autora de la biografía de Elisabeth Eidenbenz, La maternidad de Elna (Ara Llibres, 2007).
Fuente: ElPais.es